Durante toda la noche estuvo lloviendo, algo que fue bastante habitual durante toda nuestra estancia en Nepal, aunque que teníamos un pacto con el agua, podía estar lloviendo todo lo que quisiera por la noche, pero nos tenía que respetar en el momento en que nos plantáramos en la calle, parece que Paryania, dios hindú de la lluvia estaba conforme con nuestra propuesta y así fue, por lo que nos pudimos librar de ese terrible mal del verano que es el monzón en toda nuestra visita, algo de agradecer sin duda.
Hoy tendríamos una última cita con Lumbini justo antes de coger un bus que durante 10 horas nos llevaría hasta la capital del país, Katmandú.