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El día estaba preparado para sumergirnos en el Japón imperial, durante la jornada conoceríamos algunos de los puntos más destacados del pasado del país y que hoy en día se mantienen como si el tiempo casi no hubiera pasado por ellos. La primera cita de la mañana sería al castillo de Hikone , a algo más de hora y media en tren desde Osaka.

Por la tarde daríamos el salto hasta la ciudad imperial de Kyoto, comenzaríamos a recorrer sus calles y a visitar lugares tan interesantes como el Castillo de Nijo, el Palacio Imperial de Kyoto y los tradicionales barrios de Pontocho y Gion.

No faltarían las sorpresas con los primeros avistamientos importantes del florecimiento de la flor de cerezo (sakura), estampa tan clásica en Japón y de un nutrido grupo de geishas. Lo que se dice un día memorable.

Una mañana más comenzaba y esta vez las sábanas se nos habían pegado más de la cuenta. Eran las 10 cuando pegamos un salto y nos pusimos de camino a nuestros siguientes objetivos. El descanso extra era necesario, pues después de la odisea que supuso volver de Hiroshima el día anterior, el cuerpo nos pedía un par de horas más de reposo, si queríamos afrontar la nueva jornada con posibilidades de no desfallecer a media mañana.

En esta ocasión habíamos dividido el día para 2 visitas, en primer lugar para visitar el Monte Hiei, lo que nos depararía naturaleza y tranquilidad, mientras que en segundo lugar terminaríamos con una visita a Kobe, ciudad portuaria que queríamos conocer al anochecer, momento en el que muestra su mejor cara.

La combinación de la ciudad de Hiroshima y la isla de Miyajima, suele ser un tandem habitual en un itinerario de 2 semanas por Japón. Dos destinos separados por apenas unos pocos kilómetros de mar y cuya visita no se suele concebir sin ver ambas en un día o en día consecutivos. Meterlo dentro de nuestro viaje siempre estará sujeto al número de días y a las zonas que queramos ver con más detenimiento. Normalmente si el viaje va a durar una semana o apenas 10 días y nos centramos en visitar Tokyo y Kyoto, aunque duela, lo mejor es descartarlo para no saturarnos en desplazamientos. Pero si por el contrario vamos a estar allí durante 2 semanas y gran parte del tiempo lo pasamos por Kyoto u Osaka, se hace casi obligatorio llegar allí y realizar la visita en una jornada de un día, como fue nuestro caso o haciendo al menos una noche en cualquiera de los 2 lugares.

En esta entrada intentaré realizar a modo de conclusión, como plantear una visita a Hiroshima y Miyajima, ventajas e inconvenientes, así como datos prácticos que pueden interesar al viajero.

El despertador sonó un poco más pronto de lo normal, eran poco más de las 6 de la mañana cuando saltamos de la cama y pusimos rumbo a la estación de tren. Hoy era uno de esos días marcados en rojo en el calendario, pues a lo largo del día tendríamos la oportunidad de visitar dos de los lugares más representativos de Japón, uno por su historia, Hiroshima y otro por su indudable belleza natural, el santuario de Itsukushima en Miyajima, con su símbolo por excelencia el «Torii Flotante».

Para llegar allí tendríamos que desplazarnos hasta la estación de Shin-Osaka, que es desde donde salen los trenes shinkansen en esta ciudad y coger el Hikari 491 que previamente habíamos reservado unos días atrás en Tokyo. Sin duda un día único e irrepetible, pero en el que tuvimos que luchar más de la cuenta con las inclemencias metereológicas.

Recuperados de un domingo movido, con un cumpleaños que seguramente recordaremos por muchos años, tocaba retomar nuestro calendario de visitas. Esta vez estrenaríamos nuestra base en Osaka y comenzaríamos a movernos por la zona para descubrir los rincones más destacados de la región de Kansai, que comprende las prefecturas de Nara, Kyoto y la propia Osaka entre otras.

La primera visita sería a la que fue capital del país durante la época medieval, Nara. En el recorrido de este parque Patrimonio de la Humanidad desde 1998 la visita clave entre otros tantos templos, sería al Daibutsu-den. De allí nos moveríamos a Uji para descubrir las maravillas del templo budista de Byodo-in. Para terminar el día perdidos entre los senderos de Fushimi Inari.

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