Continuábamos nuestro segundo día de viaje a Budapet, después del fabuloso baño en el Balneario de Széchenyi. Esta vez aprovecharíamos la visita al citado centro termal para visitar sus alrededores. En lo que en sus orígenes fue un recinto de caza, entre los siglos XVIII y XIX se levantó el primer parque público de Hungría. Con el nombre de Parque Városliget, o parque de la ciudad para los amigos, nos encontramos el gran pulmón verde de la capital húngara. En sus contundentes dimensiones, que se desarrollan en casi un kilómetro y medio de largo por un kilómetro de ancho, la ciudad de Budapest cuenta con una zona de esparcimiento con ocio para todos los públicos. Además del balneario, se encuentra el castillo de Vajdahunyad, la plaza de los Héroes, el zoológico de Budapest, el circo, así como tres museos: el de la Agricultura (en el interior del castillo), el del Transporte y el de Bellas Artes.
Como llegar al Parque Városliget:
- Ubicación: se encuentra al final de la avenida Andrassy en su lado norte.
- Transporte: Hősök tere o Széchenyi fürdö, línea M1 (amarilla) en metro. Olof Palme sétány, líneas 70, 75 y 79. En trolebús.

El tiempo de visita al parque de la ciudad depende de si vamos a entrar a alguno de sus atractivos turísticos. En nuestro caso, al ser uno de enero, lo único que se encontraba abierto era el castillo de Vajdahunyad, pero no nos parecía lo suficientemente atractivo como para pagar por entrar. Por lo que simplemente cruzamos el puente de acceso por su entrada principal y caminamos por los alrededores. Esta fortaleza es una copia de un castillo en Transilvania del mismo nombre. Fue levantado entre 1896 y 1908 con motivo de la EXPO de 1896. Inicialmente fue diseñado en madera y cartón, pero fue tal su aceptación que en años sucesivos fue reconstruido en piedra y ladrillo para hacerlo definitivo. En la actualidad alberga el Museo de Agricultura. Entre las esculturas a destacar en su exterior, encontramos una conocida como “Anónimo”, la imagen de un cronista del siglo XII. Autor de muchos libros históricos sobre los antiguos húngaros. Cuenta la leyenda que tocar su lápiz trae buena suerte. No hace falta prácticamente ni decirlo, pues es la parte de la estatua que se encuentra más desgastada.
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Visita castillo de Vajdahunyad:
- Horario: martes a viernes de 10 de la mañana a 4 de la tarde (1 noviembre a 31 marzo) – 10 de la mañana a 5 de la tarde (1 abril a 31 octubre). Sábado a domingo de 10 de la mañana a 5 de la tarde. Lunes cerrado.
- Precio de la entrada (año 2017):
- Entrada al patio del castillo gratis.
- Museo de agricultura: 1.200 Ft. (4 euros) Para adultos y 600 Ft. para niños.
- Más información: Vajdahunyad Castle.
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Aunque solo sea por ver su entorno, merece mucho la pena ver una réplica del mítico castillo del Conde Drácula. Encima en aquel día el bosque que lo rodea estaba cubierto de nieve y su lago exterior totalmente congelado, por lo que la gente andaba patinando por la zona.


Nuestra próxima parada sería la plaza de los Héroes. Un imponente monumento en el que se conmemora a los líderes de las siete tribus fundadoras de Hungría. Su estructura siempre me ha recordado a la que encontramos junto al estanque del Retiro en Madrid. En una columna central destaca el Arcángel Gabriel, estando a su alrededor los siete líderes: Árpád, Előd, Tas, Huba, Töhötöm, Kond y Ond. Siendo una de las plazas de mayor relevancia de la ciudad, especialmente gana nuevamente por el entorno que lo rodea. Los dos edificios más importantes a su alrededor son el Museo de Bellas Artes a la izquierda y el Museo del Transporte. Este último tengo que reconocer que me hubiera encantado visitarlo, pero desgraciadamente se encuentra en obras hasta la primavera de 2018. Su colección es famosa, por ser una de las más antiguas de la historia del transporte en Europa. Por lo que no me cabe duda de que aquí queda esta cuenta pendiente con la ciudad para una futura visita. También se encuentra cerrado el Museo de Bellas Artes, pero parte de su colección se puede visitar hasta la marzo de 2018 en la Galería Nacional Húngara, en el pabellón C del Castillo de Buda.
- Más información sobre Museo del Transporte: The Hungarian Museum of Science, Technology and Transport.
- Más información sobre Museo de Bellas Artes: Museum of Fine Arts.
Terminado nuestro paseo por el parque de la ciudad, tomamos el metro en la estación de Hősök tere y pusimos rumbo a otro icono cultural de Budapest, su Ópera. Considerado como uno de los edificios renacentistas más importantes de Hungría. La Ópera se llevó a cabo entre 1875 y 1884, financiada por Francisco José I, emperador de Austria. Ese dinero fue donado a cambio de que no fuera más grande que la Ópera de Viena, aunque cómo dicen los húngaros, en ningún contrato venía que no fuera más bonita. Y es que los húngaros están muy orgullosos de su Ópera.
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Visita Ópera de Budapest:
- Transporte: línea M1 (amarilla) en metro. Ópera, línea 105 en autobús.
- Horarios: visitas guiadas en español a las 15:00 horas y a las 16:00 horas cada día. Están disponibles en otros idiomas.
- Precio: 2.990 Ft. adultos y 1.990 Ft. estudiantes. (11,50 euros y 9 euros respectivamente). Con Budapest Card se ofrece un 20% de descuento).
- Más información: Budapest Opera.
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Junto al Parlamento de Budapest, la Ópera es otra de esas visitas imprescindibles de la ciudad. Si tuviera que pagar por alguna de las entradas, sin duda no me privaría de ninguna de ellas. El edificio nada más entrar es espectacular y además por un extra de 690 Ft. podremos presenciar un mini concierto de aproximadamente cinco minutos. La visita guiada dura una hora y nuevamente tuvimos una suerte tremenda con nuestra guía. Una húngara de lo más graciosa que nos hizo súper ameno el recorrido. Curiosamente, si vamos en días que hay ópera, en el gallinero, aunque con poca visibilidad del escenario, podemos encontrar entradas para presenciar alguno de sus espectáculos por unos 500 Ft. Aunque merece mucho la pena hacer el recorrido guiado y conocer los rincones más importantes del edificio.


Como quien no quiere la cosa, cuando nos dimos cuenta eran las 4 de la tarde y aún no habíamos comido. Esta vez decidimos no complicarnos mucho y acabamos comiendo en un socorrido restaurante de comida rápida unas hamburguesas en la plaza de Oktogon y aprovechar un poco el wifi gratuito. El primer día del año en la mayoría de ciudades es sinónimo de monumentos cerrados. Si bien los museos del Castillo de Buda estaban abiertos ese día con horario especial, pero ya los habíamos visitado el día anterior. Por lo que en estos momentos eran pocos los lugares que quedaban a nuestra disposición para completar el día. Afortunadamente pasear por Budapest cuando cae la noche es un placer y eso hicimos. Tampoco hay que olvidar que aproximadamente dos tercios de la población es católica, aunque hay también una parte importante que se declaran protestantes. Eso invita a que durante años se fueran construyendo gran cantidad de iglesias y lugares de culto por toda la ciudad. Aprovechando que en su mayoría son lugares de entrada gratuita, gran belleza arquitectónica y suelen abrir hasta más tarde, incluso en días festivos, nos decidimos a hacer un recorrido por algunas de ellas esa tarde hasta la hora de volver al hotel y cenar. Cuando nos disponíamos a caminar hacia las orillas del Danubio, nos tomamos sin querer con la Iglesia Parroquial de Santa Teresa de Ávila, que se encuentra en Pethő Sándor u. 2, 1065. Una modesta iglesia del siglo XVIII, pero de gran belleza. Y en la que además encontramos un belén y varios adornos navideños propios de la época. Fue una parada estupenda y de esas que sorprenden por no aparecer normalmente en las guías. Y a partir de aquí aprovechamos nuestra Budapest Card para descender hasta el puente de Elisabeth con el metro hasta la estación de Vörösmarty tér. Al otro lado de la pasarela tomamos el tranvía 19 que nos llevaría hasta la estación de Batthyány tér. En especial los transportes que cubren este tramo entre el puente de Elisabeth y la estación Batthyány tér son un auténtico tour turístico. Pues disfrutamos de las vistas de Pest desde la orilla de Buda, por lo que en nuestro camino vimos el puente de las Cadenas y el Parlamento, entre otros edificios, iluminados al anochecer en Budapest.




En esta plaza, que además sirve como centro neurálgico de autobuses y trenes que conectan Budapest con otros pueblos próximos a la capital, se encuentran dos iglesias de interesante visita. Por una parte la Iglesia de Santa Ana de estilo barroco italiano y que data del siglo XVIII. Cuenta con importantes frescos en su interior, además de pinturas de la época de su construcción. Solo abre durante las misas, por lo que cuando llegamos estaban en plenos oficios. Fue bastante curioso presenciar los últimos minutos de la misa y sin entender nada por la barrera del idioma, comprobar que la dinámica es la misma que en España. Por lo que se podía comprender perfectamente cada uno de los momentos. Su entrada es gratuita y en ocasiones se celebran conciertos. El horario normal es de 10 de la mañana a 18:30 de la tarde. Mientras que al otro lado de la plaza se encuentra el templo de San Francisco. Como su vecina, también del siglo XVIII, parte del monasterio en el pasado fue utilizado como hospital. Al igual que en Santa Ana, la apertura es de 10 de la mañana a 18:30 de la tarde. Como singularidad, su cripta no puede ser visitada por que se encuentra anegada por el agua del Danubio. Ambas son visitas bastante interesantes y cómodas de realizar. Además desde la plaza donde se encuentran se disfrutan de las mejores vistas por la noche del Parlamento de Budapest, por lo que, fanáticos de la fotografía, aquí tenéis un punto de obligada visita.


Y con estas dos visitas dimos por concluido nuestro día. Desde aquí tomaríamos el metro en su línea 2 (roja) para volver a nuestro hotel. Aprovecharíamos para cenar por la zona y reponernos de una jornada que comenzó en un balneario y terminó con el majestuoso Parlamento de fondo. Al día siguiente volveríamos al lado de Buda para conocer otro de sus puntos de obligada visita, la Ciudadela. Pero eso ya será algo que os contaremos en una próxima entrada.
2 Comentarios
Este es, indudablemente, el día 1 de enero que más nos ha cundido en todos los viajes de fin de año que llevamos hasta el momento, con dos platos fuertes: el balneario, del que ya se ha hablado en la anterior entrada, y la Ópera. Ambas visitas imprescindibles y que hicieron que ese comienzo de año fuera inmejorable. Además recorrer las calles, visitar iglesias con encanto y vislumbrar el Parlamento iluminado, pusieron la guinda a una jornada estupenda.
No puedo dejar de comentar la suerte que tuvimos con nuestra guía de la ópera, una muchacha simpatiquísima que hizo del recorrido, ya de por sí espectacular, una hora divertida.
La verdad que cuadrar el primer día del año nunca ha sido tan sencillo. En Budapest hay opciones para sacarle partido y sortear los lugares que cierran por ser festivo 🙂