Cuenta la leyenda que hubo una época en la que Eddie Murphy protagonizaba películas verdaderamente divertidas. Nos tenemos que remontar a los años 80 cuando se estrenaba la película estadounidense Trading Places. Por ese nombre en España nos dice poca cosa, ya que aquí la conocimos como Entre pillos anda el juego, el mismo caso que en Hispanoamérica, que llegó como De mendigo a millonario. Sin duda traducciones del título original que destripan mucho más la trama de la misma, y no hablemos de su portada oficial que ya directamente echa por tierra todo el suspense.
Fue dirigida por John Landis, sin duda un especialista en este tipo de films. Fue estrenada en 1983 y protagonizada además de por el cómico Eddie Murphy, por Jamie Lee Curtis, Ralph Bellamy, Don Ameche, Denholm Elliott y Paul Gleason. Para ser una película de corte cómico, su crítico mensaje y las buenas actuaciones de algunos de sus protagonistas le valieron para ganar varios premios y nominaciones. Entre los más destacados, un premio BAFTA al mejor actor de reparto Denholm Elliott. Pero sin lugar a dudas la nominación más merecida fue a la de mejor banda sonora en los Óscar 1984. El compositor Elmer Bernstein se quedó a las puertas de conseguirlo al arrebatárselo el musical Yentl. Afortunadamente su trabajo ya había sido reconocido años antes en Millie, una chica moderna. Una auténtica obra maestra es esta banda sonora que preparó para Entre pillos anda el juego. Con unos temas tan bien elegidos que en muchas ocasiones se adelantan al momento cómico como contrapunto realmente delicioso. Un total de 26 temas que se sumarán a su larga lista de éxitos en la que encontramos el tema principal de Cazafantasmas, Los siete magníficos, Matar a un ruiseñor o La gran evasión, casi nada.
La sinopsis nos presenta la ciudad de Filadelfia y el descarnado mundo de los mercados de valores y la especulación. Allí dos hombres de negocios, Randolph (Ralph Bellamy) y Mortimer (Don Ameche) discuten sobre la causa de que una persona sea pobre o rica es genético o social. En medio de esta apuesta se ven inmiscuidos Louis Winthorpe III (Dan Aykroyd) y Billy Ray Valentine (Eddie Murphy), que verán sensiblemente alteradas sus vidas.





La localización en que se desarrolla Entre pillos anda el juego es Filadelfia. La mayor ciudad de la mancomunidad de Pensilvania es un escenario de lujo en el que nos da tiempo a tomar referencia de alguna de las visitas imprescindibles que debemos hacer si visitamos Filadelfia. Nada más comenzar y siendo una práctica habitual vemos algunas tomas de la ciudad en las que no faltan la famosa campana de la Libertad, el Independence Hall e incluso la mítica estatua de Rocky Balboa recién estrenada, pero, eso sí, en su emplazamiento antiguo junto al Wachovia Spectrum. Ahora entrando en material de localizaciones míticas de Entre pillos anda el juego, nada como comenzar donde arranca la película. En concreto con el alocado «Billy Ray» Valentine intentando buscar su sustento, que fue rodado en Rittenhouse Square. Otro de los puntos clave es la casa de Louis Winthorpe III, cuya reconocible fachada se encuentra en el 2014 de Delancey Street cerca de la 21st Street. Si queremos conocer donde se encontraba la célebre sede de Duke and Duke, tendremos que ir hasta el Fidelity Bank, 135 South Broad Street, al sur del ayuntamiento de Filadelfia. En encuentro entre Winthorpe y Ofelia se realiza frente a la gigantesca estatua de Clothespe en Market Street. Una de las escenas más determinantes de la relación de Billy Ray y Winthorpe se realizan en la elegante espacio del Thirtieth Street Station, en el 30th Street.
A partir de aquí la película aprovecha la vecina ciudad de Nueva York para rodar las últimas escenas de la movida historia. Especialmente simbólica es la vista del World Trade Center con sus famosas Torres Gemelas. Una imagen que a cualquiera hoy en día estremece por los fatídicos acontecimientos del 11S. A su vez la mansión de los Dukes no está rodada en Pensilvania, sino que se hizo en Mill Neck Manor en Frost Mill Road, en el condado de Nassau, Long Island. Para rematar, la última escena fue tomada en un destino tan tropical como las plazas de St Croix en las Islas Vírgenes.
Nota Entre pillos anda el juego: 7/10
Una comedia que está inspirada en el guión de El millonario, de Ronald Neame (1953) y basada a su vez en una novela de Mark Twain conocida como “el príncipe y el mendigo”. Al mismo tiempo bebe de “Las Bodas de Fígaro” de Mozart, tanto es así que su tema principal no es original de Elmer Bernstein, sino que es la obertura de la ópera del famoso compositor. Un gran ejemplo del buen cine de los 80, donde encontramos buenas entregas en todos los géneros y especialmente en la comedia, un género que personalmente veo devaluado en los últimos años por películas que van hacia el chiste fácil y sin apenas crítica o trasfondo. Es curioso como paralelamente podemos encontrar a los hermanos Duke en otro film que también protagoniza Eddie Murphy, en concreto en El príncipe de Zamunda, donde vuelven a tener una breve aparición. Dos horas de buen cine, con un casting fabuloso, buenos momentos de humor y una trama que circula entre momentos absurdos e hilarantes, frente a la crítica de la codicia y la lucha de clases.
2 Comentarios
A mí esta peli ni me sonaba! Aunque seguro que me la veo, porque las primeras actuaciones de Murphy para mí son oro puro, y si encima te enseña localizaciones de interés, pues mucho mejor 😀
Pues es todo un clásico, hay que ponerle remedio cuanto antes 😀