Aún con la resaca de la noche anterior que nos había permitido vivir de nuevo un fin de año fuera de casa, nos levantamos, eso sí, un poco más tarde de lo habitual dándole un poco de tregua al despertador aquella mañana. Despiertos a medias, desayunamos y pusimos rumbo a la estación. En esta ocasión el viaje iba a ser más largo de lo habitual, pues nos desplazaríamos hasta la estación de Oranienburg, ciudad del estado federado de Brandeburgo a unos 35 kilómetros al norte de Berlín y que desde 1936 y 1945 fue uno de los epicentros de nuestro pasado histórico reciente más negro, el genocidio judío.

Llegar al Campo de Concentración de Sachsenhausen desde Berlín:

Para llegar desde Tiergarten simplemente tomamos la U9 hasta Westhafen, desde aquí la S41 hasta Gesundbrunen y luego por último la S1 hasta Oranienburg. Hay que tener en cuenta que la estación en la que nos bajaremos está en la zona C, por lo que si no disponemos de un billete que cubra los tres rangos, tocará comprar un billete de enlace antes de montarnos en el tren y validarlo justo antes del último transbordo, no os preocupéis porque es muy sencillo, está todo muy bien explicado y las máquinas de tickets en Berlín están en alemán, inglés, francés, polaco, español y turco.

En aproximadamente unos 50 minutos llegamos a la estación de Oranienburg, desde aquí podemos coger una línea de autobús para llegar hasta el Campo de Concentración de Sachsenhausen o simplemente caminar unos 15 minutos por sus calles siguiendo las indicaciones en cada uno de los cruces, nosotros hicimos lo segundo, pues además de que nos gusta caminar y la distancia no es muy elevada, siendo 1 de enero nos dio la impresión que aquella mañana ni siquiera había servicio, pues no nos encontramos ni siquiera vehículos por las vías principales de la ciudad.

Estación Oranienburg, Berlín
Estación Oranienburg, Berlín

En nuestro caminar apenas nos cruzamos con gente, las calles aún mostraban los restos de la batalla de cohetes, petardos y fuegos de artificio que se había llevado a cabo horas antes para celebrar el nuevo año. Por un momento nos vino a la cabeza si igual ese silencio y falta de actividad no sería sinónimo de que aquel día estaría cerrado el campo de concentración, y la verdad era algo que nos perturbaba, por lo que si bien habíamos visitado centros penitenciarios con anterioridad, como la prisión de Alcatraz en San Francisco, o en compañía de Carmen la Cárcel de Kilmainham en Dublín, este lugar era muy diferente, nos aproximábamos a un lugar que nunca debió haber existido y en el que durante más de una década entre los cambios de política y campaña de odio hacia los judíos y la conocida como «solución final», se llevó la vida de más de 6 millones de personas, un dato que es solo eso, un dato, pues seguramente las víctimas fueron mayores, tanto por muertes, como por todas esas historias de dolor que fue dejando por el camino y que nunca se podrán perdonar por mucho que pase el tiempo.

Finalmente tras caminar un rato entre las calles del barrio residencial próxima al campo de concentración, llegamos a la oficina turística de Sachsenhausen que afortunadamente tenía un cartel de aviso de que aquel día abrirían sobre las 11 de la mañana, por lo que afortunadamente nos había salido el plan redondo, habíamos dormido más de lo habitual y además habíamos llegado justo a la hora que abrían tal como indicaba la página web.

Memorial and Museum Sachsenhausen
Memorial and Museum Sachsenhausen
Puerta entrada Sachsenhausen
Puerta entrada Sachsenhausen

Información y precio de la entrada:

El precio de la entrada al Campo de Concentración de Sachsenhausen es gratuito, aunque simbólicamente podemos pagar 3 euros (precio 2014) por la audio guía (disponible en castellano), dinero que sirve para mantener las instalaciones. Si lo queremos podemos realizar esta visita con tours guiados que ronda los 14 euros por persona. El horario es del 15 de marzo al 14 de octubre: todos los días de 8:30 a 18:00 horas y del 15 de octubre al 14 de marzo: todos los días de 8:30 a 16:30 horas., pero los lunes cierran los museos, aunque como os digo, en días especiales como el 1 de enero abren un poco más tarde.

Con una audio guía bastante singular en forma de «ducha de la bañera» bastante aparatosa, comenzamos a caminar rumbo al campo de concentración. En la primera calle junto a los muros que delimitaban el recinto encontraremos algunas de las casas y cuarteles en las que vivían los miembros de las SS, para poco después darnos de bruces al tornar a la izquierda con la entrada principal al campo de exterminio.

En la puerta enrejada que da acceso encontraremos tornado en el acero el lema «El trabajo os hará libres» (Arbeit macht frei), una cínica bienvenida que recibía a los presos allí emplazados. Además también encontraremos una inscripción de Heinrich Himmler: «Hay un camino a la libertad. ¡Sus pilares son obediencia, laboriosidad, fidelidad, orden, limpieza, sobriedad, veracidad, sacrificio y amor a la patria!» algo que sin aún haber puesto un pie dentro nos dejará con escalofríos.

Alambrada Campo de exterminio Sachsenhausen
Alambrada Campo de exterminio Sachsenhausen
Explanada Campo de concentración de Sachsenhausen
Explanada Campo de concentración de Sachsenhausen

Una vez cruzamos la verja el corazón se te encoje, si bien en Berlín estábamos gozando de una temperatura estupenda impropia de la época con un termómetro que nunca bajaba de los 5 grados, la extensa explanada seca e inhóspita sobre la que se extiende Sachsenhausen y su localización más al norte, nos introducía en una atmósfera gélida en la que malvivían todos esos hombres injustamente concentrados allí sin posibilidad de escapatoria salvo la muerte, apenas provistos de un fino uniforme a rayas blancas y negras, desnutridos y expuestos a innumerables vejaciones, prácticamente cabría catalogarlos como auténticos héroes que aguantaran allí meses o años muchos de ellos sin perecer en un clima tan hostil. Nosotros contrariamente nos encontrábamos provistos de abrigos, guantes y aún así el frío que no superaba los cero grados conseguía calarnos en los huesos y cortarnos los labios con ese desagradable brisa que era lo único que se escuchaba por aquel momento. Si queréis sentir un poco mejor el ambiente, os recomiendo que veáis el vídeo de más abajo, aunque hay que estar allí para sentirlo de verdad.

Realizamos la visita en casi total soledad, apenas una pareja más de españoles se habían apuntado a la cita, pero cada uno de nosotros fuimos siguiendo caminos diferentes y cuando se cruzaban nuestras caras y unas breves palabras eran suficientes, expresiones que denotaban empatía y desconcierto al ver todo lo que fue ocurriendo durante los años que estuvo en funcionamiento esta fábrica del terror.

La audio guía es sin duda imprescindible en este lugar, durante el recorrido por los lugares que tuvieron más relevancia nos irán sumergiendo en su historial. Todo comenzó en el verano de 1936 cuando las SS, el brazo ejecutor de la Alemania Nazi transfirió a 50 prisioneros desde el campo de Esterwegen, lo que al principio era simplemente un campo de hacinamiento de prisioneros políticos, pasó a partir de 1938 a confinar allí a miles de judíos, polacos y militares sovieticos, así como cualquier opositor al régimen o personas que tuvieran cualquier conducta o deficiencia que ellos sostuvieran que era indigna para la raza pura.

Entre  los senderos que nos vamos encontrando que aún respetan los caminos originales, e incluso circundan los lugares en los que se encontraban en su momento los barracones, ya que los que se mantienen en pie para la visita son reconstrucciones, debido a que fueron desmantelados , aunque posteriormente se volvieron a montar algunos de ellos incluso con los propios materiales y patrones que se usaron en su momento, nos podemos hacer una idea de cómo vivían allí los reclusos y la dura vida que tuvieron que pasar sin saber siquiera si vivirían para despertarse el día siguiente.

Cimientos Barracones Sachsenhausen
Cimientos Barracones Sachsenhausen
Sachsenhausen Patio celdas de castigo
Sachsenhausen Patio celdas de castigo
Aseos Campo Concentración de Sachsenhausen
Aseos Campo Concentración de Sachsenhausen
Interior celda Sachsenhausen
Interior celda Sachsenhausen

Aunque la visita la podemos realizar con total libertad, nosotros la realizamos en el sentido contrario a las agujas del reloj, tras pasar la Torre A de vigilancia que nos da acceso al campo, nos encontramos los Barracones 38 y 39 en el que realmente podemos ver y gracias a la audioguía conocer, cómo era el día a día en Sachsenhausen, donde dormían, que comía y en que estancias se podían lavar todo ello siempre en unas condiciones infrahumanas. Una de las zonas que más conmueven son las próximas a las celdas de castigo. Sin duda los abusos en el campo llegaron a ser atroces, especialmente el conocido como «saludo de Sachsenhausen» que consistía en que el prisionero se pusiera de cuclillas y tenía que mantener los brazos extendidos al frente. Y prácticas tan extremas como suspender de las muñecas atadas a la espalda los prisioneros en «la garrucha» y que podemos ver en un patio trasero.

Frente al monumento a las víctimas del campo en la parte central, encontraremos dos hileras de barracones en las que se encontraban la cocina y la lavandería antiguamente, con una completa exposición permanente. Además de utensilios y objetos de la época, destaca la conservación de uniformes e incluso estrellas distintivas para prisioneros judíos que debían llevar cosidas, así eran marcados claramente como judíos, tanto fuera, como dentro de la prisión.

Campo de Sachsenhausen Uniforme Prisionero
Campo de Sachsenhausen Uniforme Prisionero

Destacando por encima del resto de instalaciones encontramos el Obelisco erigido en 1961 en memoria de la liberación del campo, que cuenta con 18 triángulos en uno de sus laterales que significan cada una de las nacionalidades que fueron víctimas y de los prisioneros que allí perecieron. En la base del obelisco se encuentra una estatua de un soldado soviético liberando a dos prisioneros. Como suele ser habitual en esta parte del mundo, delante del monumento los visitantes colocan montañas de piedras en sentido homenaje, una estampa que podemos ver en la escena final de la película La lista de Schindler, aunque en una localización diferente. Siguiendo con las recreaciones cinéfilas, en el film  austro-alemán Los falsificadores, podremos ver como se llevó a cabo la «Operación Krüger» que precisamente se gestionó en este campo de concentración. Una maquinada estafa nazi que gracias a la pericia de un colectivo de prisioneros reclutados de otros campos, pudo crear ingentes cantidades de libras británicas y dólares, cuantificada en nueve millones de billetes valorados en 650 millones de dólares y que hoy en día se considera como la mayor de ese calibre en la historia y que gracias a ella también lograron la salvación en una intrincada serie de acontecimientos que no contaré por si queréis ver la película que además fue galardonada con un Óscar a la mejor película de habla no inglesa en 2008.

Si nos vamos a la esquina más opuesta a la entrada, lo que sería el vértice norte contrario a la entrada, pasaremos junto a Torre de vigilancia E que además es visitable su interior, para llegar al colosal Museo del Campo Soviético, repleto de información sobre los hechos acaecidos, para luego llegar al campo de Sonderlager que cuenta con barracones en esta ocasión originales y de ladrillos que servían para recluir a aliados o prisioneros destacados, en muchas de las paredes se puede ver como algunos de los presos dejaron sus nombres sobre la arcilla.

Monumento a las víctimas del campo Sachsenhausen
Monumento a las víctimas del campo Sachsenhausen
Barracones Campo de Sachsenhausen
Barracones Campo de Sachsenhausen

Para rematar la visita, nos iremos a las últimas áreas y seguramente las más duras de todo el recorrido. El día sin duda estaba propicio para contagiarse de la penosa atmósfera que nos rodeaba, pues siendo ya casi la 1 de la tarde, el sol no acababa de remontar, casi parecía que iba a anochecer, sin que prácticamente hubiéramos notado la luminosidad propia de la mañana.  En esta parte nos damos de bruces con la parte más tortuosa de todo el campo de concentración, la fosa común, el crematorio o el paredón de fusilamiento nos conmueven a la vez que nos hacen apretar los puntos con un sentimiento de repulsa atroz que se acrecienta aún más, cuando escuchamos las declaraciones de algunos oficiales o presos que dejaron constancia de viva voz de lo que allí se llevó a cabo como si de algo natural se tratara, o visitando el memorial «Station Z». Las últimas áreas de barracones que encontraremos justo a mano izquierda de la entrada serán las relativas a los puestos de enfermería y la morgue, en los que no debemos pensar que estaban  ahí destinados a socorrer a los prisioneros, sino que en estas habitaciones se llevaban a cabo experimentos, miles de crímenes médicos y en definitiva, se trataba a las personas allí arrestadas como conejillos de indias en busca de saciar la curiosidad o el afán científico de los médicos de las SS.

Campo Sachsenhausen Torre Vigilancia
Campo Sachsenhausen Torre Vigilancia
Zona de fusilamiento Sachsenhausen
Zona de fusilamiento Sachsenhausen
Memorial del prisionero Sachsenhausen
Memorial del prisionero Sachsenhausen

Una visita que seguramente no deja indiferente a nadie y que sin duda para mi gusto fue de las más sentidas e imprescindibles que realizamos durante el viaje a Berlín. Una gota de 30.000 prisioneros muertos de todo el mar de dolor que dejó el holocausto nazi, que sin duda me hizo ver la cara más amarga del hombre, allí murieron personas de 34 países distintos en una cruenta cruzada sin lógica ninguna que se puso fin el 2 de mayo de 1945 cuando las tropas soviéticas liberaron a los supervivientes. Aunque durante los cinco años siguientes fue transformado en un campo especial del NKVD en el que 60.000 presos políticos, militares y funcionarios del III Reich fueron reclutados, muriendo casi un tercio de ellos por malnutrición y enfermedades, cruda ironía que muchos cambiaran su papel de jueces a juzgados terminada la II Guerra Mundial.

El recorrido al campo de concentración de Sachsenhausen lo podemos realizar al ritmo que queramos, pero sí que es interesante madrugar y comenzar a verlo lo antes posible, para disfrutar de la mayor de las soledades, pues cuando terminamos la visita, unas 2 horas y media después de comenzarla, ya había mucha más actividad en las zonas iniciales y la inmersión será mucho más complicada.  Sin duda será recomendable complementar la visita con otras localizaciones de esta índole como el Campo de concentración de Dachau y Auschwitz, lugares que espero visitar en un futuro para seguir indagando en una historia que debemos conocer y no darle la espalda, para que nuestras conciencias impidan que algo así se repita en un futuro.

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Autor

José Carlos DS: Economista y blogger de viajes en La Próxima Parada desde 2009. Ratón de ciudad, pero que le gusta la naturaleza por igual. Sus otras pasiones son el cine, los deportes y los videojuegos.

24 Comentarios

  1. Está claro que, quien más o quien menos, sabe de la época nazi de Alemania. Pero todos los conocimientos quedan en eso, datos abstractos que sabes que reflejan unas vivencias verdaderamente cruentas, pero que vives desde la distancia. Visitar este campo de concentración, y eso que no fue el peor, te impide poner esa barrera. Escuchas relatos de supervivientes con la audioguía, observas su entorno, aprendes para qué se usaban tales habitaciones… y poco a poco te van desgranando una historia que ya suponías, pero que sigue impactando indeciblemente.
    Visita IMPRESCINDIBLE, en mayúscula.

    • Desde luego, por mucho que se haya leído o visto en alguna película o documental, nada es comparable con estar en el terreno y además complementado con la estupenda audioguía, los pelos de punta desde el primer momento en que se llega al campo.

  2. La verdad es que la visita de este tipo de sitios encoje el corazón! Nosotros no visitamos este campo de concentración, pero si el de Dachau y las sensaciones fueron las mismas! También lo recorrimos con audioguía porque se hace imprescindible para poder comprender lo que allí ocurrió.
    Un abrazo

    • Pues sin duda cuando vayamos por el sur de Alemania, Dachau caerá en el itinerario, estos lugares son duros de visitar, pero muy buenos para conocer nuestra historia, no solo vamos a querer mostrar las cosas que hemos hecho bien a lo largo de los tiempos, sino también las atrocidades cometidas para que no queden en el olvido…

      ¡Un abrazo!

  3. Estas en ese sitio abrigado y aun asi pasando frio, te pones a pensar cuanto sufririan los presos con un simple pijama… Permitir eso es no tener conciencia y sentimientos cero.

    • Desde luego, nosotros íbamos bien equipado y aún así el frío te calaba las entrañas, no se realmente como esa gente pudo aguantar allí meses o incluso años…

  4. Sin duda tuvo que ser una visita durísima, no hay más que ver el vídeo. Me ha recordado mi visita al Museo del Holocausto de Jerusalén. No se puede comparar con pisar un campo de concentración pero los sentimientos de rabia e impotencia son los mismos. Creo que es muy importante que la gente se acerque a conocer lugares como éste para que la memoria de todos los que perdieron la vida no caiga en el olvido. Un saludo

    • Cada uno de estos lugares te hacen ver hasta que punto podemos dejar de ser humanos y convertirnos en auténticas alimañas capaces de pisotear a personas por unos simples ideales totalmente deleznables.

      ¡Un saludo!

    • Que no falte en vuestra visita a Berlín, es para mi gusto totalmente imprescindible y posiblemente de los momentos que más recuerdo de todo el viaje.

  5. Menuda visita escogisties para empezar el año! Tiene que ser una visita interesante pero muy difícil. Yo recuerdo mi visita a las playas del desembarco de Normandía, en dónde no puede reprimir unas lagrimitas. Se te encoge el corazón sí o sí.

    • La verdad que para comenzar el año en ocasiones seleccionamos unas visitas un tanto fuertes, ya lo hicimos anteriormente en Dublín por ejemplo con la visita a su cárcel, pero bueno son cosas del directo y la verdad que comenzar concienciados el año tampoco viene mal, es normal que se te encoja el alma y hasta te entren ganas de llorar cuando visitas este tipo de zonas, es que cuesta creer que el hombre haya sido capaz de hacer eso…

  6. Me imagino que fue un día muy duro a nivel emocional. Como muy bien dices; ojalá no hubiera existido nunca.
    Cuanto mas viajo y mas leo, mas creo que lo peor que hay en el mundo, somos los humanos.
    Gracias por describirlo tan bien, y por toda la información para llegar allí.
    Saludotes!

    • Así es la raza humana, capaz de lo mejor, pero también de lo peor, lo importante es aprender y no cometer los mismos errores del pasado, aunque me temo que somos un animal capaz de tropezar en la misma piedra las veces que se proponga. Me alegra que te haya gustado la entrada

      ¡Saludotes!

  7. Reconozco las sensaciones que describes. Yo no conozco éste pero sí Dachau y el amargor y mal cuerpo que te deja la visita es el mismo. Eso sí, creo que todos debemos conocer bien la historia y visitar este tipo de sitios para no caer en los mismos errores. Además se debe hacer la visita con audioguía.
    Un saludo chicos (por cierto, menudo comienzo de año!!…)

    • Nuestro pasado y presente hay que conocerlo con todas las de la ley, tanto lo bueno, como lo malo, no se puede esconder la cabeza ante actos de este tipo y creer que nada ha pasado.

      ¡Un saludote!

  8. Pfff… se me ponen los pelos de punta… Nunca he ido a ver un campo de concentración y me gustaría verlo algún día, aunque tiene que ser muy duro psicológicamente.

    Un saludo!

    • Es una visita que si sabes a lo que vas y te dejas llevar por toda la información disponible, sin duda te marca, pero que merece mucho la pena 🙂

      ¡Saludotes!

  9. Estas visitas siempre dejan mal cuerpo. Por mucho que se encuentren en buen estado de conservación, incluso con mobiliario, y todo lo tremendo que pueda parecernos, no resulta posible hacernos a la idea, creo que por suerte, de lo que sucedía en su interior. Aun así, es inevitable sentir una angustia enorme. Lugares que hay que visitar, sin duda.
    Saludos!

    • Totalmente, la empatía que podemos sentir puede ser mayor o menor, pero está claro que ni de lejos podremos llegar a sentir lo que allí se produjo durante años, aunque una cosa está clara, hay que visitarlos.

      ¡Saludos!

  10. Reconozco que este tipo de sitios son casi de visita obligada y es imprescindible que se mantengan hoy en día abiertos al público para que nunca se olviden las atrocidades que se cometieron entre esas paredes, pero no se si sería capaz de realizar la visita. Creo que te tiene que remover de tal forma que me dejaría mal cuerpo para todo el día. Me lo pensaré si voy por Berlín…

    Un abrazo!

    • La memoria colectiva en ocasiones suele ser muy frágil, por ello es tan importante que existan lugares así para intentar al menos conservar en parte de nosotros ese sentimiento y que no se olvide con el paso de las décadas. Como opinión personal creo que iría sin dudarlo, realmente Berlín cuenta con lugares que te hacen remover sentimientos por toda la ciudad, aunque sin duda este campo de concentración es uno de sus epicentros del horror.

      ¡Un abrazo!

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