Las escalas y esas horas muertas que se pasan en ocasiones en los aeropuertos, seguramente sean los momentos más aburridos de los viajes, en esta vuelta a casa pasaríamos unas cuantas entre terminales, controles y salas de espera, pero es un «leve» inconveniente que tenemos que pasar y que se soporta con resignación.

Después de hacer la facturación, una de las más lentas y desesperantes, tras soportar a un encargado que era lento hasta la extenuación y que no nos quiso dar los billetes de embarque de nuestra escala, porque decía que no los podía sacar, cuando en Madrid no hubo ningún problema en el viaje de ida, pasamos el último control, en el que nos pusieron el sello definitivo en India, había llegado el momento de despedirse del continente asiático ¡al menos por un tiempo! 🙂

Si la terminal de facturación es impresionante, cuando entramos dentro, lo es más aún, tiendas de moda de las primeras marcas, joyerías, restaurantes, salas de espera con sillones muy cómodos y tiendas con productos internacional, a precios internacionales como era de esperar.

Indira Gandhi Airport

Mientras que llegaba la hora de que saliera nuestro avión, nos echamos un rato en los sofás a cenar algo y a ver en las pantallas de televisión un torneo de kayak, al final hasta nos enganchamos para ver quien se llevaba el torneo, aunque desgraciadamente no competía ningún español 🙁

Solo algunas estatuas con clara simbología del país,  nos hacen creer que seguimos en India, es chocante que sean capaces de mantener unas instalaciones tan bien cuidadas, con unas salas de espera para los pasajeros VIP con spa incluido y luego fuera se encuentre la miseria y la pobreza sin que parezca que se quiera hacer algo para remediarlo. Está claro que hay países donde los extremos están tan distantes, que no parece que de un día para otro se vaya a conseguir nada.

Aeropuerto Internacional Indira Gandhi

A las 4:40 con una media hora de retraso de la hora esperada salía nuestro avión rumbo a Moscú, nuevamente contábamos con un avión de 2-4-2 y ese sistema multipantalla individual tan útil para pasar las poco más de 5 horas de vuelo que teníamos por delante.

Un poco antes de las 10 de la mañana llegábamos al Aeropuerto Internacional de Sheremetyevo en Moscú. Ahora tocaba de nuevo pasar el control de aduana, entregar el papelito relleno como hicimos la vez anterior y mostrar nuestro pasaporte para que nos pusieran otro sellito para la colección.

Antes de salir aprovechando que estaba abierta la oficina de Aeroflot y a sabiendas que por la noche cuando volvieramos estaría cerrada intenté que me dieran los billetes de embarque, lo que me llevó a vivir una situación un poco subrealista fruto de las barreras del idioma:

Había dos chicas, pregunté primero en la ventanilla de la izquierda y la chica me dijo que no sabía inglés, que solo sabía ruso y alemán, descartado el primero, en alemán me podría haber defendido medianamente bien, pero al decirme que la chica de su izquierda hablaba inglés, decidí optar por lo «seguro». Le expliqué que quería los billetes de avión para por la noche esperar dentro que había muchas más comodidades, pasada la facturación y así no perder el tiempo a que se abriera para tener los billetes, a lo que la chica me dijo que perfecto. De buenas a primeras me pone en la calculadora 7.573 a lo que me quedo con cara de ¿que quiere esta? Y me dice un momento, poniéndome seguidamente 180 y añadiendo «euros», mi cara era de descolocación total, a lo que me dice eso me tienes que pagar por los billetes para Madrid. En resumidas cuentas, que lo que había entendido la chica, es que quería adelantar mi regreso a Madrid ese mismo día y eso nos costaría 180 euros o 7.573 rublos rusos. Evidentemente le dije que no era eso lo que quería, me dijo que me había entendido mal, porque no sabía demasiado inglés y me dijo que no podía darnos los billetes aún, que hasta el día siguiente por facturación nada. Estos rusos y el inglés que mal lo llevan… 😀

Después de esa curiosa anécdota, tomamos nuevamente el Aeroexpress, para poner rumbo a la Plaza Roja, tal cual como hicimos en la primera escala a Moscú en la ida.

Teníamos todo el día por delante para visitar la capital rusa, por lo que había que ponerse las pilas para ver todas las cosas posibles que no vimos en la anterior visita, la primera cita sería uno de los buques insignias de la ciudad, el afamado Kremlin.

Entrada Kremlin en Moscú

Este conjunto de edificios religiosos y civiles que se encuentra en el corazón de Moscu, tiene su acceso por la parte contrario a la Plaza Roja y es posible comprar entradas de varios tipos, nosotros optamos por una que incluía el acceso y la visita a todas las catedrales por 350 rublos (~8,40 euros), pero por algo más podemos ver la armería o si está disponible en ese horario, una exhibición en la plaza. No es posible entrar con bolsos, por lo que si tenéis mochilas muy grandes, os tocará dejarlas en la consigna que se encuentra justo debajo de las taquillas, según se bajan las escaleras de la derecha.

Es el Kremlin ruso más conocido, ya que existen otros 15 por toda Rusia,y cuenta con cuatro palacios y cuatro catedrales, agrupados en el interior de un recinto amurallado, donde se hayan las torres del Kremlin. Su nombre desde la época de la Unión Soviética es sinónimo del gobierno de Rusia, algo así como la Casa Blanca para el gobierno de los Estados Unidos. Se puede visitar desde 1955 y en 1990 fue incluido en la lista de Patrimonio Mundial de Unesco.

Nada más entrar nos encontramos con algunos edificios administrativos y con la Armería, cuya fachada estaba comenzando a ser restaurada y donde se alberga el Fondo Diamantino de Rusia, pero como nuestra entrada no incluía esta visita, simplemente vimos por fuera y nos centramos en caminar por los alrededores y visitar las distintas catedrales que allí se encuentran.

Armería de Kremlin en Moscú
Catedral de la Anunciación en Moscú

El ticket  cada vez que entramos en una catedral es sellado, por lo únicamente podremos entrar una vez, así visitamos la Catedral de la Asunción, uno de los templos de piedra blanca más antiguos del Kremlin de Moscú, que engalana la parte septentrional de la Plaza de las Catedrales. la Catedral del Arcángel Miguel, cuya mayor singularidad son los 3 frescos de los siglos XVI y XVIII, así como una una iconostasis de madera dorada de 13 metros de altura, decorada con iconos de los siglos XVII-XIX y por último, la de la Anunciación, para mi gusto la que tiene una fachada más bonita.

No es posible hacer fotos en el interior, todas las catedrales están muy controladas, pero como siempre, me gusta saltarme esa norma, aquí tenéis una toma de como son por dentro. La iconografía inunda cada palmo de las paredes y los techos, a mi personalmente me gustaron bastante y fue una de las partes de la visita más interesante.

Interior Catedral de la Dormición, Kremlin

Otros edificios destacados son la Iglesia de los Doce Apóstoles, las Cámaras del Patriarca,la Iglesia de la Deposición del Manto de la Virgen  y sobre todo el Campanario de Iván el Grande, con su esbelta y elevada torre del campanario desde donde se divisa toda la cidad en más de 30 kilómetros a la redonda, constituye el eje que le da un carácter de composición a todo el Kremlin. Unifica a todos sus edificios, de diferentes épocas y estilos, en un conjunto arquitectónico único, sin par en la arquitectura universal.

Bajo el campanario se encuentra la campana más grande del mundo, su nombre Tsar Kolokol o Campana del Zar,  pesa 216 toneladas, tiene una altura de 6,14 metros y un diámetro de 6,6 metros. Como singularidad, nunca llegó a sonar, pues antes de ser instalada el almacén donde se encontraba se quemó y durante la extinción de las llamas se recalentó de tal madera que se quebró, desprendiéndose un trozo de nada menos que 11,5 toneladas. Desde 1836 se decidió a colocarla allí para ser exhibida, otro de esas muestras de poderío del que tanto suelen gustar los rusos 😀

Campana del Zar, Kremlin

Junto con las catedrales, una de las zonas que más nos gustaron del Kremlin son sus jardines, siempre son uno de los puntos favoritos cuando visito una ciudad, por ello me encanta tanto Londres, después de los continuos fiascos que supusieron muchos de los «parques» o «jardines» en India y Nepal, tenía ganas de caminar por zonas verdes bien cuidadas, con fuentes en las que se pudiera beber y comer las frutas de los árboles, viendo que la gente no hacía más que coger manzanitas y comérselas, no me pude resistir, que durante semanas no había tomado ninguna 😀

Fuente jardines del Kremlin

Otra de las curiosidades del lugar es que en el complejo arquitectónico se encuentran tres edificios que son usados como residencias oficiales del presidente de la Federación Rusa: el Palacio del Senado, el Gran Palacio del Kremlin y la Escuela Militar.

Después de pasear por el lugar y disfrutar de una temperatura envidiable, tocaba de nuevo coger el metro para ir a nuestro siguiente destino. Allí en las profundidades de la tierra nos encontramos con la famosa estatua del perro y el soviético que se encuentra en la estación de Ploshchad Revolyutsii, nadie sabe el motivo, pero la costumbre con el paso de lo años ha convertido a esta estatua en todo un referente, un perro con mucho morro al que mucha gente se lo acaricia y prueba de ello es lo pulido que lo tiene, tal es la fiebre, que en época de exámenes hay gente que se para a frotarle el morro para llamar a la buena suerte. Nosotros no desaprovechamos la oportunidad de acariciarlo, veremos si nos cumple lo pedido 😀

Antes de visitar el mercadillo de Izmailovo, decidimos bajarnos una parada después para conocer el parque del mismo nombre (quien dice decidimos, dice que nos pasamos una parada y aprovechamos :P). Con sus 300 hectáreas es uno de los parques más grandes de la ciudad y aconsejable su visita solo durante el buen tiempo, apenas nos atrevimos a andar por él un par de kilómetros pues las indicaciones no es que fueran muy claras y no teníamos tanto tiempo como para perdernos y echar a perder toda la jornada, pero lo que vimos nos gustó mucho.

Cuenta con una cantidad de caminos impresionantes, lugares fantásticos donde sentarse a leer un buen libro y un gran lago donde se pueden alquilar barcas de remos.

Nuevamente nos montamos en el metro para volver a la parada anterior (Izmaylovskaya), allí nos bajamos para visitar el mercadillo de Izmailovo. Es bastante fácil confundirse, pues hay que andar unos metros hasta que se divisa a lo lejos, lo mejor es tomar como referencia los hoteles Gamma y Delta, que podéis ver en la imagen de más abajo y que respiran por sus cuatro costados la esencia de la Rusia comunista.

Vías del tren en Moscú
Hoteles Gamma y Delta en Moscú
Mercadillo Izmailovo en Moscú

El mercadillo se encuentra en un recinto cerrado que trata de imitar los muros y torres del Kremlin y es el espacio preferido por los artistas que tratan de vender sus obras, como las típicas muñecas matrioskas. Este mercado abre por las mañanas todos los días, aunque los sábados y domingos es cuando suele estar más concurrido y cierra a las 18:00 horas.

Puestos mercadillo Izmailovo en Moscú

Aprovechamos para comer algo y nos entretuvimos por sus calles, aunque se notaba que al no ser fin de semana algunos puestos no estaban abiertos, pero la verdad, si vamos buscando productos típicos como las citadas muñequitas rusas (nosotros compramos unas para regalo), juegos de ajedrez o demás souvenirs clásicos, éste será vuestro sitio.

Nos pasó también algo curioso, un ruso se nos acercó diciendo que coleccionaba billetes del mundo, que de donde eramos, le dijimos que de España y que aquí la moneda oficial era el Euro, al final le dimos 20 céntimos en monedas, no están las cosas como para ir dando 5 o 10 euros a cualquiera, por muy coleccionista que sea y más tratándose de una moneda que no creo que tenga muchas dificultades en conseguir, pero la verdad que el hombre se fue la mar de contento con la monedita 😀

Muñecas matrioskas en Moscú

Una vez finalizada la visita, pasamos del norte al sur de la ciudad, rumbo al famoso lago de los cines, lugar donde según  se cuenta, Tchaikovsky se inspiró para componer su famosa obra, aunque como curiosidad únicamente había patos, pero el sitio es idílico a los pies del Monasterio de Novodevitchy y con la Ciudad de Capitales al fondo. Allí echamos un rato en el césped en plan «siestecita española» que bien nos venía después de estar toda la mañana sin parar.

Lago del parque Novodévichi, Moscú
Mamá pata y los patitos en Moscú

En la arboleda que rodea el lago nos hizo mucha gracia una estatua de una pata seguida de sus patitos, no sabemos si tiene alguna historia detrás, si alguno la conoce que nos la cuente, pero la verdad es que estaba muy chula.

Los rusos como siempre no se quieren quedar atrás en casi nada, por ello crearon su propio Downtown de rascacielos a comienzos del presente siglo, que simboliza a Moscú y San Petersburgo con los dos edificios más grandes, fue finalizado en 2009. Ahora la Torre de Moscú es más alta que la Naberezhnaya Tower y el edificio más alto de Europa y la CEI con una altura al techo de 302 metros (306 m con agujas). Como siempre digo, estos lugares después de haber estado en ciudades como Los Angeles, no sorprenden tanto, pero si que están curiosos.

El lugar estaba repleto de parejas tranquilamente sentadas como nosotros alrededor del lago, pescando, echando de comer a los patos o pintando, desde luego fue una de las zonas que más me gustaron de la ciudad por la tranquilidad que se respiraba.

Monasterio de Novodévichi, Moscú

El monasterio de Novodévichi es uno de los más reconocibles de Moscú, su nombre traducido significa «monasterio de las nuevas virgenes», fue creado para diferenciarlo del antiguo Convento de las Doncellas, nombre con el que se conocía al Monasterio Chúdov en el Kremlin de Moscú. A diferencia de otros monasterios moscovitas, ha permanecido virtualmente intacto desde el siglo XVII. En 2004, fue proclamado Patrimonio de la Humanidad.

La construccion mas imponente de todo el recinto es la Catedral Smolensky (Catedral de Nuestra Señora de Smolensk), que fue construida el mismo año que todo el conjunto del convento. Este templo monumental de cinco cúpulas fue decorado con pinturas de los siglos XVI-XVII, con iconos raros del siglo XVII, iconostasio de cinco filas. El refectorio con la Catedral de Asunción, campanario y camaras Mariinskie y Lopukhinskie son los moldes del estilo barroco moscovito.

Cuando llegamos casi era la hora de cerrar, por lo que cuando entramos me parecía raro que no hubiera un guardia para cobrarnos la entrada, que cuesta 150 rublos por visitar el interior de la iglesia y las exposiciones, el motivo es que el hombre de seguridad estaba llamando a la gente que aún estaba dentro para que fueran saliendo, por eso únicamente nos dio tiempo a dar un breve paseo por dentro, pero al menos nos ahorramos el dinero, lo breve si bueno dos veces bueno y si es gratis, pues mejor 😀

La siguiente parada y una de las últimas nos trasladaría de nuevo al centro, concretamente a la Catedral del Cristo Salvador, fue construida en el siglo XIX según el proyecto del arquitecto Konstantín Ton, es de las iglesias ortodoxas más altas del mundo.

Su construcción fue lenta, demorándose casi 44 años y en 1883 se abrió al culto. En 1931 el templo fue destruido hasta los cimientos con explosivos, para dar lugar a la construcción del Palacio de los Sóviets. La iglesia fue reconstruida en la década de 1990 y volvió a ser consagrada en el año 2000.

Para quien lo desconozca, el Palacio de los Sóviets fue un proyecto arquitectónico que propuso el gobierno de la URSS en la década de 1930 para la ciudad de Moscú, pero que nunca llegó a realizarse. Se trataba de un colosal edificio administrativo que representaría el monumento supremo del estado socialista y estaría destinado, a alojar congresos, celebraciones, etc. El edificio debía convertirse en lo que vino a llamarse la «Nueva Moscú». Afortunadamente nunca se hizo una realidad, pues para mi esta catedral es uno de los edificios que más me gustaron de toda la ciudad, de este proyecto faraónico apenas se conversan unas maquetas y algunos registros originales.

Catedral de Cristo Salvador en Moscú

La altura del templo desde el punto más alto del techo hasta su base es 105 metros, la longitud y anchura mayor es de 91 metros, la altura desde la base de la cúpula hasta lo alto de su cruz es de 38 metros. Los constructores del nuevo templo en su reconstrucción tenían la ventaja de contar con la tecnología más avanzada de finales del siglo XX. Métodos modernos, materiales de construcción y equipamiento permitieron un progreso rápido de las obras, donde no faltaba los revestidos con piedra blanca en los muros externos, tan clásicos en la tradición moskovita. Las bellas recreaciones de pasajes bíblicos de considerable tamaño son los elementos más destacables de su fachado junto con su cúpula principal de 30 metros de diámetro.

Cuando llegamos ya estaba cerrado, por lo que nos tuvimos que conformar con disfrutar únicamente de su exterior, pero para quien este interesado en visitarlo, debe saber que la entrada es gratuita y el horario es de 8:00 a 20:00 horas todos los días, la parada de metro que mas nos conviene y que nos dejará a sus pies es Kropotkinskaya.

Su entorno es muy interesante, pues se encuentra a los pies del río Moscova que atraviesa la ciudad y la da nombre, afluente del río Oká en la parte europea de Rusia. Tiene una longitud de 502 km y su cuenca drena una superficie de 17.600 km². Es posible realizar cruceros turísticos, algo bastante recomendable, pero que nosotros por falta de tiempo no hicimos, queda para otra futura visita.

Si nos asomamos por uno de los puentes que cruzan el río contemplaremos un mastodóntico monumento a Pedro El Grande, con sus 76 metros de altura es la sexta escultura más grande del mundo. Era en un principio un monumento a Cristóbal Colón para la Expo´92 de Sevilla realizado en bronce y situado en el río Moscota y en la que están representadas tres carabelas, a Colón sobre la mayor, manos al timón y con un pergamino en la que tiene alzada. Por convenientes razones político-sociales, fue sustituida la cabeza por otra con las facciones de Pedro el Grande. llego a ser rechazado por cinco ciudades de EE. UU., debido a las críticas sobre su valor estético y al alto coste de transportar el material y las esculturas desde Rusia. Guste o no, desde luego llama la atención, si tenéis curiosidad de ver como es, pinchar en el vídeo de más arriba.

Río Moscova al atardecer, Moscú

El viaje poco a poco se iba consumiendo y llegaba el momento de volver a la Plaza Roja para cenar algo y tirar para el aeropuerto, en la foto se puede apreciar el moreno que fuimos adquiriendo, si veis las entradas del primer día se nota un cambio brutal, mi novia como se ve tenía hasta una buena marca de llevar colgada la mochila y que a día de hoy aún no se ha ido, pero bueno, el invierno se encargará de remediarlo 😀

Como última anécdota del viaje, nos pasamos por el Mc Donalds que se encuentra en la Plaza Roja y la chica que nos atendió no tenía ni el más mínimo conocimiento de inglés, como sería que tras pedir 2 menús Mc Pollo con Coca Cola, la cosa más simple del mundo, nos cobraron al cambio unos 10 euros por todo y a lo pedido nos había añadido de más: 2 bebidas extra, 2 hamburguesas extra y un paquete de patatas extra, vamos entender no nos entendería, pero fue maja de narices xDD

Nos quedamos a cenar en los jardines de Alejandro, donde otra mucha gente estaba tomando por allí algo y antes de irnos para el aeropuerto nos pasamos por la Plaza Roja para despedirnos de ella, estaba completamente rodeada por unas vallas, pues en unos días se realizaría un desfile militar.

Fuentes de los Jardines de Alejandro en Moscú
Atardecer en Jardines de Alejandro, Moscú
¡Hasta la próxima, Moscú!

De allí, nuevamente había que coger el tren hasta el aeropuerto, mientras que llegaba el nuestro, se nos paró uno de esos trenes que ponen rumbo a Kazan, en esa archiconocida ruta del Transiberiano ¿Sería ese nuestro siguiente destino la próxima vez que pisáramos la capital rusa? Quien sabe, pero desde luego algo se me removió por dentro al verlo y sobre todo pensé en Victor de Mi patria son mis zapatos, que día después si que realizaría esta aventura 😀

Llegamos al aeropuerto a las 11 de la noche y hasta las 7 de la mañana del día siguiente no salía nuestro vuelo hacia Madrid, por suerte pudimos pillar 2 sofas grandes, uno para cada uno, en una zona bastante tranquila y allí dormitamos hasta que llegara la hora de irnos, encima el lugar tenía wifi gratuito e incluso existían cabinas con camas en las que previo pago se podía uno echar a dormir un rato, muy curiosas, era la primera vez que las veíamos. Así pasaron las horas, descansando y también comiendo, pues aún teníamos parte de la comida extra que nos había incluido la dependienta de Mc Donald tan amablemente 😀

El mostrador de facturación abrió con apenas 30 minutos de adelanto con relación a la hora de salida de nuestro vuelo, fijada para las 7:20, cogimos nuestros billetes pasamos el último control ruso y aproximadamente a las 8 ya estábamos volando rumbo a Madrid, con la suerte de que de los 3 asientos, el que estaba a nuestro lado iba vacío, por lo que nos tiramos casi todo el camino durmiendo la mar de cómodos, una de las pocas veces que he conseguido dormir en un avión, pero el cansancio y la situación tan ventajosa lo facilitaron.

Rondando las 11 de la mañana llegamos a Barajas, de esta forma terminaba nuestro viaje, una aventura que siempre recordaremos y que nos ha hecho ver cuan interesante es el continente asiático y que no dudamos en que seguiremos explorando en un futuro, veremos cual será nuestro siguiente objetivo, aunque por el momento toca ir pensando en nuestra próxima parada, que será un año más en Fin de Año ¿El destino? Lo sabréis en unas semanas.

En las próximas entradas ampliaré el reportaje con unos capítulos conclusivos, acompañados de videoreportajes de cada uno de los lugares que hemos visitado y por último el clásico balance de gastos.

Autor

José Carlos DS: Economista y blogger de viajes en La Próxima Parada desde 2009. Ratón de ciudad, pero que le gusta la naturaleza por igual. Sus otras pasiones son el cine, los deportes y los videojuegos.

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