4 AGOSTO
Amanecía el último día completo que pasaríamos en Nepal, ya que al día siguiente volveríamos a volar rumbo a India, las sábanas se nos pegaron como nunca antes en las más de 2 semanas que llevábamos de viaje, tanto fue eso, que nos levantamos con la hora justa para ir a comer, no sin antes echar sobre una hora para afeitarme ¡que ya tocaba!
Eran casi las 2 cuando salimos a la calle en busca de un lugar donde comer, estábamos muy contentos con nuestro restaurante de siempre, pero en esta ocasión queríamos variar un poco, la intención para ese día era visitar Thamel tranquilamente, habíamos sopesado la idea de visitar Bhaktapur, un pueblecito situado a 13 kilómetros de Katmandú considerado como la capital cultural de Nepal, aunque suele ser un lugar imprescindible de visita, preferimos quedarnos cómodamente por la capital sin tener que coger ningún transporte y tomarnos ese día con bastante calma, el día anterior ya nos habíamos pegado un tute considerable y no era plan para los pocos días que íbamos a estar por allí, pasarlos la mayoría a la carrera, ya volveríamos en el futuro a visitar todo lo que nos quedara por ver.
Thamel es un barrio turístico en donde se concentran la mayor oferta hotelera de la ciudad, que se encuentra al norte de la plaza Durbar, suele ser frecuentado por mochileros al ser una zona donde hay gran cantidad de guesthouse y alojamientos económicos, restaurantes, bares y tiendas, es una zona de la ciudad preparada para el turismo.
Si estáis pensando en comprar un mapa, postales o equipamiento para realizar un trekking por las montañas este es vuestro sitio, hay una gran variedad de productos, muchos de ellos de imitación, pero también tiendas oficiales como de la conocida marca Quechua.
Pero nosotros en primer lugar teníamos que saciar nuestro apetito, como siempre pasa, las guías simplemente se deben tomar como una referencia, miramos y miramos por las calles que pasamos y al final encontramos el restaurante Helena´s, la guía lo vende como un local acogedor con personal muy simpático, con una de las azoteas más altas de la ciudad para disfrutar de hermosas vistas y una gran variedad de platos de tandoori, filetes y pizzas.

A primera vista causa una grata sensación, unos bonitos salones en cada planta, con buenas pantallas ideales para ver los partidos de fútbol, música ambiente y un personal bastante atento. Nos subimos a una de las plantas de arriba para tener buena panorámica mientras que comíamos, pero ahí llegó el problema, cuando nos decantamos por unas pizzas, uno de los platos que más nos gustan y que solemos ir pidiendo en cada lugar que vamos para ver que tal las hacen, al traérnoslas la presentación no podía ser mejor, dos cazuelitas, sobre unas bandejas de esparto y un colorido bastante apetitoso, pero al hincarle el diente… ¡ay al hincarle el diente! … ¿Alguna vez habéis comido un trozo de servilleta de papel? ¿No sabe a nada verdad? Pues más o menos ese era el «sabor» que tenían las pizzas, insípidas totalmente, eso si el precio total de la comida 830 rupias al cambio 7,50 euros y pidiendo agua para beber, caro para lo que es Nepal y más aún para como estaban, que realmente no puedo decir que estuvieran malas, es que simplemente no sabían a nada, en esta ocasión si que es bien cierto el refrán de: «Cría fama y échate a dormir», aunque tampoco se como estarían el resto de los platos que ofertaban, pero desde luego las pizzas…

De allí nos fuimos a conocer un poco más este bullicioso barrio, los rickshaws y las motos nos remontan a Delhi, los comerciantes se comportan nuevamente de forma más agresiva y nos cansaremos de escuchar el célebre «Solo mirar, no comprar» que no paran de repetir o el aún mejor «Muy barato, tú llevar» pero que cuando pides precio nunca te dicen cuan barato es y puedes entrar en una espiral de desesperación en la que al final te vas sin saber el precio que tenía, porque lo único que quieren es que pongas un precio para que comience el regateo 😀
Aunque hay que reconocer que se encuentran algunas máscaras, juegos de ajedrez, antigüedades tibetanas, cajas de tés y en especial cuadros de lo más interesantes, pero como suelen tener precios muy altos y nuestra economía ahora mismo no nos lo permite, pues allí se quedaron, quien sabe si alguna vez volveremos por allí y nos permitiremos algún caprichito.
Muchas de las calles tienen tantos carteles, que no se si realmente entre unos y otros se hacen la puñeta y casi ni se ven, que si lavanderías a 50 rupias el kilo de ropa, que si ciber cafés con conexiones a internet, locutorios para llamar barato a otros países, agencias de viajes para realizar casi cualquier ruta de trekking o viaje que se nos ocurra, incluso si no existe, ellos te lo venderán también, todo por el negocio 😀
Aplazando un poco más nuestra vena consumista, decidimos visitar un rincón bastante peculiar que existe en a 2 minutos a pie de Thamel, concretamente el Jardín de los Sueños, uno de los lugares más tranquilos de la ciudad que visitamos. La entrada cuesta 160 rupias por persona.


En 1920 el mariscal Kaiser Shamser lo mandó construir junto a su palacio, al quedarse prendado en una visita a Inglaterra de varias fincas eduardianas. Aunque con el paso de los años calló en el olvido, fue restaurado por los mismos que crearon el museo de Patán, hoy en día cuenta con bellos estanques con peces, fuentes y un misterioso jardín escondido en el sur, lugar donde vimos es frecuente que los jóvenes del lugar vayan a hacer manitas con su pareja, algo que por la calle está mal visto, pero que en la intimidad no tienen problemas en mostrar esos sentimientos.


Aunque desgraciadamente en la actualidad solo se conserva un tercio de lo que fue, manteniéndose en pie tres de los seis pabellones que existieron antaño y que representaban las seis estaciones nepalíes. Es un lugar ideal para relajarse, estar tranquilo, tomar algo en el Kaiser Café con wifi y lucir mi reciente afeitado 😛
La tarde la continuamos realizando algunas comprillas, regateando todo lo posible y realizando alguno de los circuitos a pie que recomienda la Lonely Planet para disfrutar de sus calles, sus gentes y conocer algunos de sus palacios reales menos conocidos, aunque hay que reconocer, que la mitad de la veces no hacíamos caso al manual y simplemente nos dejábamos llevar por nuestro instinto, era un día para dedicarlo a nosotros, a descubrir la ciudad sin ponerse una meta, simplemente un día para vivir.


Una muy buena parada fue el New Orleans Café, buen ambiente, a la luz de las velas y música en directo, lo aprovechamos para tomarnos algo plácidamente hasta que fuera la hora de cenar, aunque antes también quisimos realizar una última parada por Durbar Square, para ver como era el ambiente cuando caía la noche, aunque se nota que la actividad cesa, las luces que iluminan los tikas volviéndolos de un rojo intenso y la gente caminando más relajadamente lo convierten en un buen momento para visitar el lugar, como no nos sacamos la entrada para visitarlo más veces, pues entramos en plan destrangis intentando que ninguna de las personas que hay repartidas por la plaza nos localizaran, aunque la verdad si no pones cara rara y entras seguro, no tienen por que decirte nada, pero vamos si te toca te toca, nosotros logramos entrar y salir sin que nadie nos dijera nada, por tanto misión cumplida.

Previo a buscar un lugar en Thamel donde cenar, hicimos una parada en el hotel para dejar las compras, unas camisetas, unos pantalones para Carmen, y el llavero y el imán de rigor fueron nuestros gastos, hemos podido comprobar que los precios en Nepal han subido considerablemente, ya no se encuentran gangas tan destacadas como hace 2 años, las camisetas, pantalones y demás souvenirs clásicos ya no son tan baratos como antes, por poner un ejemplo una camiseta nos puede salir por unas 250 rupias, al cambio algo más de 2 euros, evidentemente previo regateo, aunque en este terreno, todo depende de lo hábiles que seamos para rebajar precios, sin ir más lejos en San Francisco en 2009 mis amigos y yo nos compramos por 10 dólares 3 camisetas de similares características a las de Nepal.

En Nepal las tiendas y restaurantes cierran bastante pronto, casi todo está cerrado a media noche, por lo que si nos descuidamos y vamos a cenar muy tarde, igual no encontramos casi nada abierto, es bastante común que sobre las 8/9 de la noche casi todos los sitios estén cerrados, especialmente en Thamel donde la policía ha impuesto el toque de queda en los bares para evitar altercados. Esto lo comprobamos rápido, cuando al volver por la noche las tiendas de souvenirs estaban la mayoría cerradas, aunque si que seguían abiertos los bares que ahora estaban iluminados para seguir captando la atención de los turistas.

Un dato curioso, es que durante los 16 días que me tiré sin afeitarme, en ningún momento se me acercaron para ofrecerme droga, algo que decían que era frecuente, especialmente en Katmandú, pues fue afeitarme y que se me acercaran en esa misma noche sin exagerar una docena de interesados vendedores de opio y demás sustancias estupefacientes, yo que pensaba que mi aspecto más desaliñado podría haber incitado a que se me acercaran antes y resulta que fue al contrario, igual es que con tanta barba resultaba más intimidante y no se atrevían, esa noche fue la del «No thx» y para los más insistentes el «Que no hombre ya», que a más de uno le hacía gracia, será posible… xD


Al final nos decantamos por una especie de KFC local, donde pedimos unas hamburguesas y unas alitas de pollo con patatas y refresco, todo ello por 640 rupias. Como casi siempre nos hacimos la foto con la comida, de esas que se envían luego a las familias para que vean que estamos comiendo, más en destinos exóticos, donde la fama es que lo único que se comen son bichos, el gerente muy amable nos hizo un reportaje de excepción, cogió mi cámara y se hinchó a hacer fotos, como no podía ser menos, yo me encargué de inmortalizar a los chicos que nos hicieron la comida, mientras que la policía pasaba frecuentemente por la puerta del local, mirando con mala cara, seguramente ya les parecía suficiente tarde para que estuvieran abiertos, pero como había gente comiendo, pues es lo que había 🙂
Con el ambiente tan rockero que se respira en el vídeo de más arriba, nos despedimos de Katmandú, unos días fabulosos en los que vimos unos lugares fantásticos y en los que nos sentimos muy a gusto, siempre en conexión y con las esperanzas de en un futuro revivir la experiencia y volver a recorrer otras partes del país.
De allí, a la cama, a la mañana siguiente tocaba vuelo hasta Delhi, el viaje iba llegando a su fin, pero aún teníamos un par de días para seguir conociendo la capital de India, todavía quedaban muchas anécdotas que contar y lo que es más importante, algunos cambios de opiniones con respecto a ciertos aspectos que ya iré relatando más adelante.
5 AGOSTO
Llegó la mañana de abandonar Nepal, a las 11:00 horas hicimos el checkout y cogimos un taxi que nos llevó al aeropuerto por 200 rupias, seguramente os dirán que es muy lejos y que ese precio no es posible, pero realmente está a la misma distancia que una visita a Pashupatinath, de hecho como dije en la entrada anterior, cuando estamos allí vemos a nuestra derecha como aterrizan los aviones, por lo que era lógico que nos cobraran igual o menos pues es un recorrido casi calcado, si conseguís un precio menor, pues mucho mejor 😀
El Internacional Tribhuvan de Katmandú es un modesto aunque bien organizado aeropuerto que consta de dos terminales, una nacional y otra internacional y que sirve frecuentemente de puerta de entrada al país para miles de montañeros y alpinistas ya que conecta con las cordilleras del Himalaya y con el aeropuerto de Pokhara.

Cuando llegamos entramos en la terminal internacional que se encuentra a la izquierda, esperamos una cola donde nos revisaron la reserva y los pasaportes, facturamos las maletas con Jetline que era la compañía que nos llevaría a Delhi por 79 euros cada uno y luego tuvimos que rellenar el clásico papel antes de cruzar aduana donde nos pusieron el último sello de salida en el pasaporte (antiguamente había que pagar unas tasas de salida del país, ahora vienen incluidas dentro del billete de avión).

Cuando pasamos uno de los controles (que precisamente no fueron pocos, hasta montar en el avión pasaríamos como poco por seis cacheos y controles de equipaje de mano, ya la gente se lo tomaba hasta a cachondeo) y estábamos esperando para que se supiera que puerta de embarque nos habian asignado, allí volvieron a aparecer Carmen y Ana, su viaje ya había finalizado, después de este vuelo hasta Delhi, tomarían uno rumbo a Madrid, aunque con una escala en Moscú que volverían a aprovechar para visitar un poco más la ciudad por segunda vez. Estuvimos un poco hablando con ellas hasta que llegó la hora de que saliera el avión, que fue puntual y a las 15:00 despegando sin problemas. Desde aquí les mando un saludo y espero que todo les vaya bien 😀

El vuelo estuvo bastante bien, aproximadamente una hora y media que se pasó volando (nunca mejor dicho), el avión un Airbus A320 con 3 y 3 asientos, en esta ocasión como era un viaje corto me pillé ventanilla para ir viendo las vistas desde la ventana, tanto el despegue, en una pista bastante corta para lo que estábamos acostumbrados, como la llegada a Delhi apreciando desde el cielo lo inmensa que es y la cantidad de barrios de chabolas que se extienden en kilómetros y kilómetros, fueron realmente impresionantes. Antes de bajar nos dieron de nuevo otro papel para rellenar y entregar a la hora de pasar el control de pasaportes, como siempre recomiendo en estos viajes fuera de la UE, que no os falte un boli 😉

La llegada al aeropuerto de Delhi en plena tarde fue mucho menos traumática que la primera vez, aunque en el control de pasaportes se pusieron un poco pesados porque no teníamos un hotel reservado, esta vez queríamos mirar unos cuantos antes y no llevábamos nada listo, al final les sirvió con decirles el hotel donde estuvimos la primera vez, ganas de tocar las narices que nunca entenderé, pero como lo teníamos todo en regla no había porque preocuparse, el visado multientrada cumplió como era de esperar y nos pusieron el sello de reentrada, el próximo sería el definitivo para irnos 🙁
Como la anterior vez tuvimos una muy mala experiencia con el taxi prepago, esta vez optamos por llegar a New Delhi en metro y ¡que acierto! Una auténtica maravilla que recomiendo a todo el mundo usar, el precio del billete unas ridículas 80 rupias, todo limpio, moderno y una atención excelente, encima el ticket en esta ocasión era una ficha en forma de moneda que se pasaba por un lector, al salir la echabas por una ranura y se abría el torno para salir de la estación, tecnología punta 😀
Aquí tenéis un mapa de la red de metro de Delhi:
El horario es de 6 de la mañana a 11 de la noche, como curiosidad gran parte de las líneas con que hoy cuenta Delhi y otras futuras que se inaugurarán el próximo año, se han realizado por Ayesa empresa española de ingeniería y servicios tecnológicos, desde luego que han hecho un gran trabajo 🙂


Dentro parece que has llegado a un país occidental de primer nivel, las paradas se van apagando según las vas pasando, hasta que llegamos a la última de la linea del aeropuerto, New Delhi que se encuentra junto a la estación de tren de NDLS, por lo que nos dejaba al lado de Main Bazar, que era donde probaríamos suerte en busca de un alojamiento bueno, bonito y barato 😀
Pero cuando subes las últimas escaleras mecánicas y sales a la calle, ¡zasca! el sueño se rompe y de nuevo te das cuenta que has llegado al caos de Delhi, todo había sido un espejismo momentaneo.
Caminamos por Main Bazar buscando alojamiento, las dos primeras opciones que teníamos en mente no tenían habitaciones libres, por lo que casualmente cuando pasamos por el Bless Inn Hotel, en una calle contigua a la principal donde se fragua todo el follón, entramos, preguntamos, vimos la habitación y como el precio de 1.600 rupias (~23 euros) por 2 noches nos pareció correcto, decidimos que este sería nuestro último hotel del viaje.
La habitación no es que fuera muy grande, pero las camas eran cómodas y estaban limpias, pese a tener como siempre esas clásicas sábanas blancas que en casi todos los hoteles anteriores tenían algún que otro roce, había aire acondicionado, ventilador y aunque no tenía ventana a la calle, tampoco se echaba en falta.
El baño era un calco de lo visto anteriormente, aunque en esta ocasión la pared tenía unos azulejos de flores de arriba a abajo ¡detallazo! Aprovechamos para descansar un poco, pillamos algo para comer y nos echamos un rato a la calle para aprovechar lo que restaba de tarde.

Curiosamente cuando caminamos de nuevo por Main Bazar y alrededores después de semanas de viaje, algo en nosotros había cambiado, los clásicos vendedores y cazadores de turistas, nos interceptaban, pero rápidamente desistían en seguir perturbando nuestro paso, ya sabíamos como mostrar esa indiferencia que hace falta para caminar por ciertas zonas de Delhi, en las que es mejor pasear sin prestar mucha atención a ciertas personas y en donde más vale mantenerse callado, que responder, aunque sea de forma negativa de forma continuada, pues allí, es como el dicho de «Cuando una mujer dice que no, es que si», que se dice normalmente en broma a la hora de ligar, esa precisamente es su postura, piensan que si insisten y han conseguido que les prestes una mínima atención, ya te tienen ganado, aunque no sea así como funcionan las cosas.

Algo que llevaba diciendo desde las primeras entradas se iba afianzando cada vez más, este viaje nos sirvió para aprender, descubrir como se vive en otros países y cual es la fórmula más sencilla para poder hacer tu vida de viajero en otras condiciones, mantenerte sin perder los papeles, aunque te cojan de un brazo y te digan que por allí no se va a la oficina de turismo, cuando tú lo único que quieres hacer es pasear sin ninguna otra intención, aunque hay que reconocer que en muchos momentos hay que respirar hondo para controlarse 😛
Casi sin darnos cuenta la noche se nos echó encima, teníamos ganas de comer en algún sitio occidental y nos fuimos camino de Connaught Place, donde sabíamos que encontraríamos lo que íbamos buscando, así al final nos decantamos por comer en un Pizza Hut, una pizza con borde relleno de queso y hasta me permití el capricho de tomarme un mojito, que se me antojaba aquella noche, todo por 670 rupias al cambio ~8,25 euros, bien pagado desde luego estuvo, porque estaba todo buenísimo.

Con el estómago lleno nos fuimos de nuevo para el hotel, aunque antes haríamos una parada en un cyber para conectarnos a internet y dejar un mensaje a Blai que llegaría al día siguiente a Delhi procedente de Jaipur, la nota en cuestión decía lo siguiente: «Blai nos vemos mañana a las 14:00 horas en la puerta de nuestro hotel». Con los deberes cumplidos y con la esperanza de reencontrarnos esta vez con mucho más tiempo nos fuimos a dormir.
¿Que pasaría al día siguiente? ¿Volveríamos a ver a Blai? ¿En que dedicaríamos el último día completo de nuestro viaje en India? La respuesta a éstas y otras preguntas en la próxima entrada.
15 Comentarios
Me ha hecho gracia lo del restaurante Helena’s. Jajaja, no te puedes fiar de las Helenas, te lo digo yo…
Los cuadros parecían muy bonitos, seguro que yo me hubiera venido con alguno (al final esas cosas me pueden).
Un genial broche final a vuestra estancia en Nepal. Me han gustado mucho tus palabras finales de lo cómo el viaje os ha hecho aprender y descubrir la vida de otros paises poniéndote incluso a veces en situaciones extrañas, creo que al final es parte de lo que se busca al viajar.
Un saludo
Desde luego se nota que Nepal ya no se anda con chiquitas… que te dicen 500 rupias, son 500 rupias y si no las quieres pagar, pues seguro que hay alguien que sí, y te despiden con aire fresco… Consejo: Thamel es mucho más caro que Patan, así que si os pasais por Patan os recomiendo comprar allí que os saldrá mejor al cambio.
Los restaurantes… pues es mejor guiarse más por el instinto, porque menudo chascho nos llevamos con las pizzas del Helena`s… puaaaaaaaaaj.
Delhi en nuestra segunda visita cambió nuestras perspectiva sobre la ciudad, o quizás sea mejor decir que nuestra perspectiva cambió antes de volver a Delhi. El alojamiento fue un acierto, personal atento pero no agobiante, así que perfecto.
Ya se iba acercando el final… 🙁
Nuestra experiencia en el aeropuerto de Kathmandú no fue demasiado buena. El vuelo sufrió retrasos y estuvimos allí mucho tiempo pasando calor en una habitación en la que no se podía comprar ni agua ni comida. Luego el registro de seguridad es de los más exhaustivos que he sufrido en mi vida. Nada que ver con el resto de Nepal.
Qué gran viaje chicos…
Yo también creo que Nepal y la India forman un binomio perfecto para un viaje espectacular…a ver cuando se me pierde algo a mí por esas tierras, que no será por ganas!
Un abrazo!
Yo hubiera jurado que por la pinta fashion del restaurante en Nepal, las pizzas estarían buenísimas, eso nos pasó a nosotros también en Varanasi, muy buena pinta pero después a la hora de comer…
Qué curioso lo de la barba y la droga, jejejeje.
Un abrazo. 😉
En los viajes el tema de comer casi siempre es una lotería. Yo normalmente llevo algún nombre de rest. por si se da el caso y sino a buscar lo que se tercie. Y que pesadez la gente agobiando para que compres…supongo que es normal y se acostumbra uno, como me paso en Tailandia.
Un abrazo
Yo también suelo mostrar indiferencia a los comerciantes cuando te atosigan pero hay algunos que no te dejan ni a sol ni a sombra, sobretodo en el caos de Delhi.
Un saludo
A veces después de tanto ajetreo en un viaje largo, se agradece un día de relax para disfrutar de una ciudad con calma. Muy buen broche para cerrar vuestra estancia en Nepal! Con tus entradas sobre este país, me han entrado unas ganas locas de conocerlo! Me apetece mucho más que la India! Y lo de los precios caros por camisetas, yo creo que en cuanto llega el turista, en todas partes todo se encarece.
Y vaya metro chulo el de Delhi!! Si solo hubiera visto las fotos, habría pensado que es de una ciudad europea!!!
Saludos
A dejarse la barba se ha dicho!!
Muy buena entrada, ojalá algún día pueda escaparme por aquellas tierras. Un saludo!
Vaya cambio, casi no parece la misma Katmandú que ví en las anteriores entradas xDD
Aún así me sigue gustando Katmandú, junto con algunos templos de la India lejos de la caótica Nueva Delhi, lo mejor del viaje.
A la espera de ver como finaliza!
Para que veas Helena, nos salió rana el restaurante. Nosotros conseguimos irnos sin comprar ningún chisme, pero ganas no nos faltaron, había cuadros muy chulos 😀
Como dice Carmen, seguro que si volvemos por Nepal los precios habrán vuelto a subir, veremos hasta donde plantan el límite.
Desde luego Pau, los registros en Katmandú fueron tremendos, ni he USA he tenido que pasar por tantos controles…
Toni me alegra tener un comentario tuyo después de tanto tiempo, me alegra que vuelvas a andar por aquí 😉
Para que veas Babyboom, muy buena pinta el restaurante y luego… lo de la barba tuvo tela también xD
Pues en Nepal Fran, los vendedores son mucho más tranquilos, nada que ver con India, esos están en otra liga jaja
Cartof hay algunos comerciantes que se pueden pegar minutos detrás tuya y no desisten, aunque no les hagas el más mínimo caso, como sean igual para ligar menudas piezas deben ser xDDD
M.C. desde luego Nepal es un país mucho más «relajado» para visitar, tú al menos ya has estado en Asia, pero ya te digo que como primera piedra de toque visitar India es un golpe duro y cuesta acostumbrarse.
Eso es Davestraits, un aire más descuidado nos evitará moscones con intenciones no demasiado lícitas a nuestro lado…
Katmandú también tiene sus contrastes Jose, a ver mañana que te parece la entrada sobre nuestra vuelta a Delhi, seguro que te gusta 😉
Como digo, mañana tendremos nueva entrada, en la que contaremos que visitamos en Delhi y como abandonamos India para poner rumbo a Moscú.
Saludos!!!!
Al final te desquitaste con la pizza en el Pizza Hut! 😛 Me ha impactado la calle de Nepal toda llena de carteles, para ponerse a buscar algo! XD
Por cierto, menudo descubrimiento el Bless Inn, tiene muy buena pinta para el precio.
Un saludo,
Esa pizza si que estaba rica Isabel, con el borde relleno de queso incluido jaja
Desde luego que fue un gran descubrimiento, lo que más destaco es su excelente personal, nada que ver con el primero hotel que tuvimos en Delhi.
Saludetes!!! 😉
Todo lo bueno se acaba, pero veo que os disteis un buen homenaje, sobre todo tranquilo, el último día. Nosotros no tuvimos tiempo en nuestro viaje para visitar el parque que dices… salimos rápido para Pokhara y de allí al Mustang.
A mí lo que me pareció más curioso del aeropuerto de Katmandú es que nos pidieron los billetes cuando recogimos las mochilas del vuelo de Bután, para confirmar que eran nuestras. No me lo habían pedido nunca y me pareció buena idea… cualquier puede coger una mochila o maleta que no sea suya y a correr 🙂
Lo malo de aparecer en la Lonely Planet es que ya tienes el negocio seguro por unos cuantos años… no hace falta esforzarse. Es más, cuántos no aparecerán en la guía gracias a un pago en lugar de a su esfuerzo :-S
Tanto para ver en Nepal, que se necesitan varios viajes para verlo JAAC. Eso que comentas de las maletas tanto en India como en Nepal vimos que era aleatorio, vi a gente que se lo hicieron también, pero a nosotros no.
Saludos!!!