En este día nos propondríamos visitar parte del considerado corazón de Nepal, cuenta la leyenda que el yogui Manjusheree vio un loto sagrado que surgía de las aguas del lago que cubría antaño todo, cuando con su espada abrió un canal que drenó las aguas y de esa forma surgió el actual valle de Katmandú. Hoy en día el lugar es un mosáico de cultivos y sagradas ciudades con templos que exhiben la gloria de los arquitectos y artesanos nepaleses.
Desde luego el plan no podía ser más sugerente, por lo que de buena mañana nos levantamos y negociamos un taxi por 200 rupias que nos llevara en nuestra primera parada a Pashupatinath.
Curioso era, que siempre al salir el hombre que vigilaba en la entrada del hotel avisaba cuando veía que salía alguien a un taxista, le pedimos precio y tanto el taxista como el segurata se rieron diciendo que nadie por menos de 400 nos iba a llevar allí, evidentemente nada más salir de la calle fue sencillo encontrar a alguien que lo hiciera por las 200 que suele ser lo habitual, en definitiva, que no es raro este tipo de compinches para hacer negocio 😀
En poco más de 20 minutos llegamos al principal templo hindú de Nepal, que se alza a orillas del Bagmati, la primera calle antes de entrar cuenta con un mercadillo lleno de puestos religiosos donde podemos comprar inciensos, caléndulas, caracolas o imágenes de deidades y templos entre otras cosas.

La entrada cuesta 500 rupias nepalesas por persona, algo que nos hemos dado cuenta es que en los últimos 2 años las entradas han pasado a costar más del doble, parece que el turismo cada vez es más numerosos en Nepal y los precios poco a poco se van inflando como quien no quiere la cosa.
Una vez pasamos nos encontramos varias pilas de madera con la que los muertos serán incinerados en el río Bagmati. Desgraciadamente el templo de Pashupatinath no es accesible para gente que no sea hindú, pero verlo por el exterior ya merece la pena, después llegamos a la orilla del sagrado río, que aunque está tremendamente contaminado, es el equivalente al Ganges de Varanasi y por tanto allí es donde se realizan las cremaciones.

En comparación con Varanasi, aquí pudimos presenciar los rituales de cremación de una forma mucho más cómoda y el resultado fue mucho más impactante que lo vivido en India. El ritual es bastante sencillo, los cuerpos se envuelven en mortajas, se disponen en la ribera y por último se incineran en la pira de madera. Entre los ghats de la orilla norte podemos encontrar varias cuevas con los yoghis, no penséis que se tratan de familiares del famosos oso de Yellowstone, sino que son prácticamente de yoga del mas avanzado nivel 😉


Si continuamos por la orilla oriental llegaremos a unos jardines con terrazas con varios santuarios de Siva, generalmente usados para alojar a los sadhus errantes y que contienen un céntrico lingam (representación) de Siva.
Un poco más arriba dos tramos de escalinatas nos llevan colina arriba entre varios templos, donde destaca el de Ram, esta zona está dedicada a alojar a los sadhus que están de paso, especialmente durante el Maha Shivaratri, festival que se celebra todos los años en el mes de Maagha del calentario hindú, principalmente con ofrendas de ciertas hojas del árbol Bael al dios Shiva, y con un día de ayuno y una noche de vigilia.
De esta festividad se cuentan muchas leyendas, yo añadiré la que me ha parecido más interesante:
Durante el Samudra manthan (la agitación del océano) producido por los dioses y demonios, un veneno llamado haalaa-hala llegó desde el océano. Ese veneno era muy tóxico, podría haber eliminado a toda la creación. Ante esta coyuntura, y por consejo de Vishnu, los dioses acudieron a Mahadev y le rogaron que protegiera las vidas de todos evitando el consumo de ese veneno. Agradecido por sus ruegos, sin tener compasión por su vida, el dios Shiva bebió el veneno y lo mantuvo en su garganta. La garganta se le volvió azul debido al veneno (es por ello que a Shiva se le conoce también como Neelakantha), y él, Shiva, resultó ileso. Este incidente nos muestra que Shiva, conocido como el divino destructor, es también el protector.
Toda la zona está repleta de monos, creo que durante nuestra estancia en Nepal, fue el lugar donde más abundaban y especialmente fueron los que más mala leche tenían, nos sacaron los dientes tanto a Carmen como a mi en varias ocasiones por acercarnos más de la cuenta con la cámara 😛
En esta explanada en medio del bosque se ven 50 edificios con gran variedad arquitectónica, entre los que destacan el templo de Vishwarup, con forma de patio y coronado por una cúpula, pero que nuevamente solo es accesible por hindúes o el templo de Gorakhnath una imponente shikhara roja y blanca, muy similar al templo hindú clásico, también denominado mandir, dedicada a venerar al yoghi del S. XI que inició la tradición monástica sivaita e inventó el Hatha yoga.

Como siempre observados por los monos, el camino desciende por el parque de los ciervos de Mrigasthalo, cuenta la leyenda que Siva retozó allí en forma de ciervo dorado, llegamos al Guhyesgwari, un templo dedicado a la temible manifestación de Kali. Desde fuera podemos contemplar las cuatro enormes serpientes doradas que sostienen el florón del tejado. El nombre en cuestión del templo es curioso, ya que viene de unir las palabras nepalesas Guhya (vagina) e Ishwari (diosa), lo que da pie a otra nueva leyenda:
El padre de Parvati insultó a Siva y la diosa se indignó tanto que ardió en llamas, dando origen a la práctica sati de quemar a las viudas vivas, en las piras funerarias de los maridos. Siva vagó afligido por el mundo con el cadáver de Parvati y al desintegrarse sus genitales cayeron en el lugar donde hoy se encuentra el templo.
Una vez finalizó nuestra visita a este lugar sagrado de nombre casi impronunciable, nuestra siguiente parada sería para conocer la famosa Stupa de Bodhanath. Para ello primero tuvimos que cruzar el denominado por Carmen: «Puente del terror», la cara en la foto no es que denote el horror que recorría nuestro cuerpo a la hora de cruzar esta pasarela, pues no hay más que fijarse un poquito en el panorama que teníamos por arriba, para comenzar a temer de lo que nos podría ocurrir si alguno de los monos vigilantes les daba por echarse encima nuestra ¡que miedo! 🙁


Desde Pashupatinath hay un agradable paseo de unos 20 minutos de duración a través de las aldeas y tierras de cultivo que componen el paisaje más representativo de la zona. De esta forma pudimos conocer un poco más la vida tradicional en el valle. Primero se camina unos 5 minutos una vez cruzamos el puente y posteriormente giramos a la derecha en el cruce y proseguir unos 15 minutos más en esa dirección, la ruta no tiene pérdida, pues casi todo el rato vemos la stupa a lo lejos, así como el aeropuerto internacional de la ciudad que queda a mano derecha.

Muchos dicen que no hay nada en Nepal comparable a Bodnath, a lo cual tengo que añadir, que sin duda es un imprescindible en una visita a la capital, su enorme stupa es centro de peregrinación de miles de personas que se concentran alrededor de ella a diario. Desde la dorada torre central los ojos de Buda observan a los peregrinos como dan la vuelta a la cúpula haciendo sonar las campanas de oración en el sentido de las agujas del reloj.


La entrada cuesta 150 rupias y es uno de los pocos lugares donde la cultura budista tibetana es accesible para todos. En el pasado esta stupa era un punto clave en la ruta comercial entre Tibet y Nepal, los comerciantes que iban camino de Lhasa rezaban aquí por un viaje seguro antes de cruzar los altos montes del Himalaya.
La stupa se realizó alrededor del año 600, cuando un rey tibetano se convirtió al budismo, según cuenta la leyenda, el rey la construyó como penitencia por haber matado accidentalmente a su padre.

Las calles circundantes están llenas de monasterios y talleres donde elaboran lámparas de mantequilla y que cuando cae la noche se encienden en el lugar, así como cuernos ceremoniales, tambores y demás parafernalias budistas. Si la colosal stupa es impresionante, no hay nada igual en todo el país, aún más destacable son sus gentes, una visita que no dejará indiferente a nadie.
Un lugar de esos que te dejan huella, merece la pena sentarse un rato y ver con la gente camina alrededor de la stupa o simplemente se para a rezar o entra a comprar en las múltiples tiendas que rodean la plaza y que desde luego no recomiendo para nada plantearse llevarse algo, pues los precios en un sitio tan turístico están inflados de una forma desmesurada, llegando a costar al cambio más que en España.
Después de un buen rato por allí, llegaba el momento de despedirse del lugar, los ojos penetrantes de Buda nos miraban fijamente mientras nos marchábamos.

Había llegado el momento de visitar Patan, para ello decidimos coger un taxi que nos llevara hasta allí, había aproximadamente unos 12 kilómetros, desde luego fue bastante complicado encontrar a alguien que nos aceptara un buen precio, se ve que son sabedores de que desde allí son pocas las combinaciones para llegar, salvo que vayamos en bici o encontremos algún bus local, al final después de ir caminando despreocupados con un taxista al lado que poco a poco iba rebajando su precio, conseguimos la carrera por 300 rupias, bastante bien, aunque igual se podría haber bajado algo más, pero no había tiempo que perder.
En el pasado ciudad-Estado independiente, hoy en día Patan es un casi suburbio de Katmandú separada únicamente por el río Bagmati al norte, muchos de los lugareños aún la denominan como Lalitpur, ciudad de la belleza, como era nombrada en el pasado. En apenas 25 minutos llegamos, no sin antes dar mas de una vuelta entre el alocado tráfico y los atajos que nuestro hablador conductor no hacía más que tomar, eso sí, por regla general atajo era igual a baches y botes a destajo. Después de bajarnos, pagamos la entrada que son 200 rupias y nos colocamos bien visible una pegatina que nos dan para evitar que continuamente nos estén preguntando si ya compramos el ticket, como en la plaza Durbar de Katmandú, aquí también es necesario pagar por pasear por el barrio, pero desde luego merece la pena.

Para no perdernos ninguno de sus encantos, decidimos realizar el circuito recomendado de la Lonely Planet que comienza en la puerta de la ciudad y finaliza en la Plaza Durbar en este caso de Patan, totalmente recomendable y que como vimos era el típico circuito que hacían todos los turistas que llevaban la guía bien a mano, aunque nosotros almas inquietas no es que la siguiéramos al pie de la letra.
En nuestra ruta nos cruzamos con innumerables templos, santuarios, plazas adoquinadas con vistosas figuras de deidades y una arquitectura propia, que recuerda mucho a la plaza Durbar de Katmandú, pero como si esta se hubiera extendido a todo un barrio entero, con este paseo pronto nos daremos cuenta porque este lugar fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1979.
En una de las plazas que componen el norte de Patan entre templos, santuarios y varios mercadillos, encontramos baños públicos, donde la gente se asea, lo que nos indica que las personas hacen toda la vida diaria en la calle, comen, se bañan, trabajan y gastan su tiempo por las vías que componen la ciudad, dándole siempre un dulce encanto de actividad sin freno.


Antes de visitar la famosa plaza de Patan, decidimos salirnos un poco de la ruta clásica y recorrer un poco del sur, hasta el mismo río Hanumente, así tuvimos la oportunidad de ver varias stupas, que si bien no eran tan vistosas como la de Bodhanath, también tenían su encanto o varios templos menos conocidos, esta escapada del camino convencional nos sirvió para perdernos en varias ocasiones y tener que solicitar la ayuda de más de un transeúnte, para recuperar la senda correcta, pero mereció totalmente la pena.


Una vez llegamos a la Plaza Durbar de Patan, nos encontraremos en el corazón de la ciudad, allí se encuentra el antiguo palacio real y es el punto donde se concentran la mayor muestra de arquitectura newar de todo Nepal. Su máximo esplendor se dió entre los siglos XIV a XVIII durante la era Malla, en especial durante el reinado de Siddhinarsingh Malla. Deberemos llevar bien visible nuestra pegatina, pues es uno de los puntos clave donde comprobaran que hemos pagado la entrada, si tenemos previsto pasar más veces, deberemos añadir en el dorso de la entrada la fecha de validez de nuestro visado.
Esta plaza al contrario que su homónima de Katmandú, es algo más relajada en cuanto a tráfico, apenas pasas bicicletas y el tráfico rodado no está permitido en gran parte de ella, sus mercadillos y tiendas en las calles aledañas son impresionantes y encontraremos objetos bastante curiosos y a buenos precios, especialmente en el extremo norte donde se encuentra el templo de Bhimsen dedicado al dios del comercio y de los negocios.

Frente a Bhimsen se encuentra el templo de Vishwanath dedicado a Siva, una pagoda de dos alturas con una esbelta torre ornamentada en talla de madera sobre un imponente friso.
Otro de los edificios que no nos podemos perder es el Krishna Mandir, construido en piedra tallada, recuerda mucho a los templos indios y es uno de los monumentos más característicos del valle, especialmente por sus representaciones en las lamparas de mantequilla de latón que decoran los hogares nepalies.
Tanto al norte como al sur de Durbar Square, existen edificios y monumentos dignos de mención y que seguramente no vendrán en las guías, por lo que la mejor forma de conocer la plaza y sus alrededores es callejeando sin rumbo fijo.




Para nuestro gusto esta plaza es mucho más interesante que la que vimos el día anterior en Katmandú, no es tan bulliciosa, se puede caminar de forma mucho más relajada y en conjunto los monumentos que la engalanan son bastante más interesantes y mejor conservados, por lo que no me queda más remedio que recomendar su visita aunque se disponga de poco tiempo, bien merece dejarse caer aunque sean un par de horas por este lugar.
Cuando eran las 2 de la tarde aproximadamente, paramos a comer en un burguer local, donde nos pillamos en mi caso el clásico menú con hamburguesa y mi novia un menú infantil, que de infantil tenía la bandejita con dibujos de abejas, porque traía pizza, momos y patatas, todo ello por 610 rupias, como siempre mucho líquido, que los 33º de temperatura y la plastosa humedad nos tenía desidratados y el agua por el camino se calentaba muy rápidamente.
Antes de volver a Katmandú, nos dedicamos a pasear un rato por los mercadillos próximos, había cosas bastante interesantes, pero como íbamos con el ahorro por bandera, conseguimos frenar nuestro impulso consumista 😀
Intentamos volver al hotel con alguna de las furgonetas locales que por poco dinero salen continuamente por el norte de Patan, pero en su mayoría iban llenas o no iban exactamente para la dirección que nos interesaba, por lo que al final pensamos que para los apenas 3 kilómetros que nos separaban, bien merecía la pena pegarnos una buena pateada, que ya se sabe, es como mejor se visitan los sitios.
De camino aprovechamos para visitar la tienda de comercio justo Sana Hastakal que la Lonely Planet recomienda, donde relata que encuentra con productos a precios cotidianos en Nepal, como batiks, productos de artesanía, artículos de fieltro y ropa tejida a partir de fibras naturales, pero al final vimos que la fama había pesado en sus precios y lo único que compramos es un marcapáginas bastante gracioso, había cosas chulas, pero a precios prohibitivos. Luego continuamos por el camino y vimos alguna que otra stupa más, monasterios y por último cruzamos el Bagmati para llegar al Parlamento, donde como suele ser habitual había una concentración de manifestantes en las que el pueblo nepalí suele mostrar su malestar por las duras leyes que controlan el país y que en más de una ocasión han terminado en revueltas bastante serias por toda la ciudad, aunque en esta ocasión la cosa se estaba llevando de forma bastante pacífica.

Al final llegamos al parque de Ratna, que la verdad no vale un duro, es como si vallamos una amplia explanada y dejamos que la maleza se apodere de ella, pero al menos si que me pareció curioso que de la poca gente que se encontraba allí, había un nutrido grupo de chicos nepalíes jugando al fútbol, eso si la presencia de camisetas del barça era muy alarmante, desde luego… No me hubiera importado haber echado un rato con ellos, pero a ver si iba a haber ojeadores por allí y me querían fichar, menuda papeleta… 😛
Después nos pasamos a ver como era un gran centro comercial en Katmandú que se encontraba justo frente al parque, que salvando las diferencias, era más o menos parecido a lo que tenemos aquí, tiendas, restaurantes y cines, todo ello en en una profunda sinfonía occidental. Como quien no quiere la cosa, la noche se nos fue echando encima, por lo que volvimos para el hotel en uno de esos días que me hubiera gustado tener un control de los kilómetros que hicimos a pie, seguramente la distancia de una maratón no hubiera estado muy desencaminada en lo que recorrimos aquel día.

Como estábamos bastante cansados, decidimos comer en nuestro alojamiento, que presuponíamos que sería algo más caro de lo normal, pero bueno que no se diga que nos íbamos sin probar la comida del hotel. Mi novia se pidió unos sandwich vegetales que no resultaron estar demasiado buenos y en mi caso si que acerté, pues me pillé un buen filetón de buey con ensalada que estaba la mar de bueno 😀
De allí a la cama, que el día había sido movidito, una duchita y a dormir, esa noche sería la última que pasaría con mi hermosa barba, 16 días que me estuvo acompañando, pero con el avión que nos tocaría coger en 2 días, no era plan que al mirar mi pasaporte en el control, me dijeran que el de la foto no era yo 🙁
Al día siguiente tocaría aprovechar el último día por Nepal, la vuelta a India estaba próxima y aún nos quedaban muchos lugares por visitar, aunque la intención era tomárselo con calma.
18 Comentarios
Mi experiencia en Katmandú es totalmente favorable. No me canso de decir que no me importaría repetir la experiencia. El clima me pareció mas benigno que en la India, donde hace un calor que te torras, y la gente no es tan insistente, aunque hay de todo, como en botica.
Si queréis hacer compras en Nepal y vuestras visitas se centran en Katmandú y alrededores, recomiendo hacer las compras en Patan, donde los precios son mucho más bajos ya que la mayoría de los turistas deciden comprar en la calle comercial de Katmandú, donde conseguir un precio «bajo» será una auténtica odisea.
Ni que decir tiene que fue un día de lo más completito 😀
No me extraña que el puente le pareciera a Carmen el de los horrores, con la cantidad de monos acechantes que había en vuestras cabezas…jejejeje.
Tiene pinta que ser espectacular Nepal, lástima de no haber pasado allí algunos días pero me voy apuntando todo lo que cuentas por si algún día decido volver para aquellas tierras que espero sea muy tardando, jejeje. Un abrazo a los dos. 😉
¡Madre mia! Me he cansado sólo de leerlo. ¡No parasteis en todo el día!
Por cierto ¿he leído quemar a las viudas?… ¿vivas? ¡Joer! ¡que mal rollo! ¿no?
Muy buen relato, José Carlos.
Un saludo
Nos cruzamos en los blogs, jeje, me llegó tu comentario en el mío cuando yo estaba leyendo el tuyo 🙂
Veo que soy de los de patear, yo también lo prefiero así. Llegas al hotel hecho polvo, pero por lo menos con la satisfacción de haberlo visto «todo». Yo creo que no me atrevería a cruzar el puente o por lo menos no me habría parado a sacarme la foto, jeje, iba a batir el récord mundial de los 100 metros lisos 😛
Hola, ya estoy en Katmandu, que diferencia con la India. Alli estan intentando timar al turista a cada momento y al final, entre eso y la pobreza que ves, se te hace diferente. Me he dado un paseito para reconocer la zona de Thamel y no son tan pesados ofreciendote los servicios, en cuanto le dices que no, ya pasan de ti pero en la India ya aburria y metias a todo el mundo en el mismo saco.
Hola José Carlos,
Excelente el relato y las fotos.
Me ha gustado en especial la Stupa de Bodhanath, pero cualquiera pasa por el «puente del terror», con el miedo que les cogí a los monos…
Y muy interesante la Plaza Durbar en Patan con la arquitectura newar.
Saludos.
hola!
me gusta mucho lo completo que describes los lugares que visitas y la calidad de las fotos, que pena que el viaje esté a punto de acabar…
Viví el año pasado en Nepal y no tuve mucho tiempo de ver los lugares que describes, pasaba los fines de semana en un barrio budista al lado del monkey temple y no veas que tranquilidad (sobre todo comparado con Calcuta de donde venía de vivir 2 años).
Ahora sigo desde la distancia a todo el que pase por allí y cuento noticias, curiosidades de la problemática social de ambos países.
un saludo y a seguir viajando.
Pues nada Carmen, la próxima vez que vayamos seguro que vamos con más pasta y nos podemos traer algún recuerdo de más valor 😛
Babyboom seguro que te aminarás a visitar Nepal en un futuro, nosotros repetiremos, de eso no hay duda.
Helena, yo me canso solo de recordar la jornada jaja Has visto que rituales tenían en el pasado ¡Que salvajadas!
Artabria eso veo, que estábamos en ese mismo momento cruzando nuestros blogs jeje En ese puente era mejor pasar con calma, como para armar jalaeo corriendo más de la cuenta XDDD
¡Ey Daniel! Que gusto saber de ti, veo que has vivido las 2 caras de Asia como nosotros, me puedo imaginar el descanso que te ha entrado ahora que estás en Nepal 😉
Victor, a nosotros Katmandú y sus alrededores nos encantó y la Stupa de Bodhanath es colosal, mañana podréis ver un poco más de la ciudad en una nueva entrada 😀
Bienvenido a mi blog ka, menudo cambio de Calcuta que imagino debe estar al nivel de Delhi a vivir cerca del templo de los monos, del infierno al cielo jeje
Como dices el viaje está apunto de terminar, pero bueno, otros vendrán en un futuro (o eso esperamos 🙂 )
Saludos!!!!
jiji
ahí le has dado
me fui de Calcuta por exceso de decibelios,
además que me fui a vivir a una escuelita en el himalaya (a sólo 1000 m de altura) a la capi iba a conectarme con occidente algunos findes
chaochao
Lo dicho, menudo cambio ka 😉
Pues nada, mañana tendremos una nueva entrada para finalizar los relatos sobre Nepal y volvemos a India.
Saludos!!!
En este post están algunos de los lugares más fascinantes de Kathmandú, no me importaría volver a pasear por esos templos y plazas.
Normal Pau, a nosotros nos gustaría repetir en un futuro, por visitar cosas que nos quedaron por ver, pero seguramente también repetiríamos algunas localizaciones, aunque miedo me da como pasen un par de años, a como estarán las entradas, porque llevan una subida de precios vertiginosa total.
Saludos!! 😉
Una buena jornada sí señor.
Cuando estuvimos en Pashupatinath «disfrutamos» del rito de envolver al muerto con la sábana blanca y de lavarlo en el río. Nos fuimos antes de que le prendieran fuego, pero había uno humeando cuando llegamos. Vimos también al peluquero. La tradición manda afeitar la cabeza de los varones de luto y que sea el hijo el que prenda el fuego.
Después de visitar los templos jainistas de India recuerdo de otra forma los templos de Katmandú, pero eso no quita que sean impresionantes.
Lo que comentas de la tranquilidad de Patan es cierto, pero la cantidad de actividad alocada de la de Katmandú (aunque pienses que debería estar más protegida) también la hace más viva, no tan museo sino una plaza a la que la gente va a pasar la tarde con sus amigos y a echarse unas risas a pesar de su monumentalidad.
Nosotros teníamos contratadas las excursiones en Katmandú con la agencia local que nos iba a llevar a Tibet (arg!! que nos cerraron la frontera la semana antes de ir!!) así que no tuvimos que andar tanto 🙂 Ya compensamos en otros sitios
Las ceremonias junto al río en Pashupatinath son toda una experiencia JAAC, nosotros estuvimos un buen rato presenciando eso mismo que tu citas, desde luego lo disfrutamos mucho mejor y desde más cerca que en Varanasi.
Saludos!!!
¡Aquí estoy de nuevo!
Me pongo al día poquito a poco, a mi ritmo, que es mucho material! 😛
De esta entrada me quedo esencialmente con una cosa: las cremaciones que presenciasteis a orillas del Bagmati. Yo en Nepal no llegué a ver ninguna por diversos motivos, y leñe… me quedé con la espinita. En Varanasi flipé y fue de lo que más me gustó de mi estancia en India. Volveré xD
Pd: Qué curiosa la foto del fútbol, yo en mi entrada dedicada a esta zona también tengo varias dedicadas a un partido, pero en el estadio nacional (creo… ¡por no buscarlo!)
Ya lo creo Ku, las cremaciones en el Bagmati fueron simplemente impresionantes, en Varanasi las vimos a demasiada distancia como para vivirlas como es debido y en Nepal lo conseguimos con creces 😀
No me fui a jugar con los chicos al fútbol porque venía Carmen y no era plan de tenerla mirando, pero ganas me dieron jeje
Saludotes!!!
Hola, quisiera preguntarte por el monzón en esta época, ¿ os fastidió mucho ? Un saludo compi, y enhorabuena por el pedazo de curro que te has pegao, te contrato para que cuentes mis expieriencias, jujauaj…
Pues la verdad Lucas, el monzón en esta época es una auténtica locura, a nosotros siempre que nos llovió fuerte fue por la noche, por el día durante un rato en la visita a Lumbini, pero como hacía calor, se iba hasta cómodo. La verdad que tuvimos mucha suerte, se lee de todo, hay gente que le afecta más y otros que nos libramos 🙂
Me alegra que te guste la crónica!