Elevado sobre una colina y perfectamente visible a lo lejos desde la ventana de nuestra habitación se encontraba el templo budista de Swayambhunat, aunque para los amigos es conocido como «templo de los monos» por la gran cantidad de animales de esta raza que habitan en sus alrededores, quien guste saber algo de la historia sobre este místico lugar, debería conocer que hace miles de años el valle de Katmandú era un lago y cuenta la leyenda que la colina donde hoy se levanta Swayambhunat brotó espontáneamente entre las aguas, de ahí viene su nombre que significa «erigido por las aguas». Está sería nuestra primera visita a los alrededores de Katmandú, nos levantamos sobre las 10 de la mañana, la noche se había pasado durmiendo de un tirón y si no hubiera sido por la alarma, no nos hubiera importado haber echado unas 2 ó 3 horas más de sueño, pero como siempre digo, ya habría tiempo de dormir en casa a la vuelta, ahora lo primordial era comenzar a conocer la ciudad.

Ciudad de Katmandú desde Hotel Ganesh Himal

Para llegar podemos optar por coger un taxi que nos llevará por alrededor de unas 100 rupias, pero realmente el paseo no es que sea muy largo y en apenas 30 minutos nos podemos encajar allí si partimos desde Thamel por marcar una referencia. Cruzaremos el río Vishmumati profundamente contaminado y continuaremos por una calle que poco a poco se va volviendo más empinada hasta que lleguemos a los pies de la escalinata oriental que es el acceso principal al templo.

Algunas de las cosas que te llaman la atención al cruzar esa calle repleta de tiendas, es ver que al menos en Katmandú las aceras existen, el trafico es más relajado y los dependientes no se muestran tan insistentes, aunque en barrios como Thamel eso es otro cantar, esto sienta claramente unas diferencias marcadas en relación a India.

Entrada a Swayambhunath, Katmandú

El ambiente en las inmediaciones es cautivador, el aroma a incienso y las lámparas de mantequilla embriagan los sentidos, para ascender arriba tenemos que subir por una escalinata construida por el rey Pratap Malla en el S. XVII en donde un conjunto de estatuas de Buda con vivos colores nos dan la bienvenida.

También se puede ver una piedra donde se representa el nacimiento de Buda y conforme vamos subiendo nos encontramos flanqueados por figuras de pavos reales, elefantes o leones, por encima de nuestras cabezas cruzan de un lado hacia otro las célebres banderas de oración, que ondean con el viento.

Una vez arriba pagamos la entrada que cuesta 200 rupias y ante nosotros encontraremos una de las mayores joyas arquitectónicas de Katmandú, la stupa de Swayambhunath, una cúpula perfectamente proporcionada que culmina en una aguja durada, cuatro rostros de Buda uno en cada una de las caras de la cúpula observan desde arriba todo el valle, los ojos penetrantes intimidan, por encima de ellos en la parte central un tercer ojo que representa el conocimiento de buda y una nariz figurativa con el número ek, uno en nepalí completan la ilustración.

Su estructura es íntegramente simbólica, la cúpula blanca simboliza la tierra, mientras que las 13 estructuras de niveles representan las etapas que el hombre tiene que superar para alcanzar el nirvana.

Tanto a primera mañana como por la noche, los monjes acuden  a realizar un ritual dando una vuelta en el sentido de las agujas del reloj a la stupa mientras hacen girar las ruedas de oración repujadas con el mantra sagrado, nosotros como no podía ser menos seguimos la costumbre al pie de la letra.

Stupa de Swayambhunath, Katmandú

En la esplanada destacan varias estatuas que representan los Dhyani Budas, que son las 5 deidades fundamentales de la sabiduría y de la meditación: Aksobhya, Ratnasambhava, Amitabha, Amoghasiddhi y Vairocana, se sitúan en el este, el sur, el oeste, el norte y el centro del mandala, y representan la totalidad del espacio y la propia consciencia, conformando una jerarquía de 5 niveles en el macrocosmos del universo y en el humano, el iniciado tántrico debe recorrer los cinco niveles de la sabiduría hasta alcanzar el corazón más íntimo de la existencia, y de su propio ser.

También es un sitio plagado de tiendas para comprar detalles típicos de Nepal, aunque los precios al ser un lugar tan visitado están considerablemente inflados.

Una vez realizada la visita tocaba de nuevo descender por la escalinata, que se hace incluso más peligrosa al bajarla, pues los escalones son bastante pequeños en ciertos tramos y especialmente empinados en el descenso. No era raro ver a muchos peregrinos que tenían que hacer mas de una parada en mitad para coger aire y poder continuar.

Templo de los monos en Katmandú

Es curioso ver como los monos han aprendido a desenvolverse por el lugar, suben y bajan sin problemas por paredes y barandillas y se encargan de conseguir la comida de cualquier sitio, especialmente de turistas despistados que dejan sus pertenencias descuidadas, una de las escenas más bonitas que vimos fue la de un monito pequeño agarrado a su madre mientras que iba mamando y aunque saltara no se despegaba ni por asomo, aunque no me quiero olvidar tampoco de una chica nepalí a la que le quitaron una bolsita con flores y objetos para algún tipo de ceremonia, el mono se distanció prudencialmente, abrió la bolsa y miraba de vez en cuando a su alrededor con sorna, vanagloriándose seguramente de la hazaña realizada, para que luego digan que no se parecen a los humanos 🙂

Escaleras bajando de Swayambhunath

Pero una última sorpresa nos esperaba en este lugar, cuando casi estábamos terminando de descender por la larga escalinata, nos encontramos a Ana y Carmen, no se si habrá gente que lo recuerde, pero en la escala que hicimos en Moscú previa a Delhi, tuvimos la oportunidad de compartir el día con 2 alicantinas que se disponían a visitar Nepal durante unas 3 semanas, pues las casualidades de la vida nos permitieron reencontrarnos con ellas de nuevo esta vez en Katmandú, ya venían de vuelta de un trekking por Pokhara y ahora estaban utilizando los últimos días antes de volver a España para conocer la capital, realmente nos gustó mucho encontrarnos con ellas de nuevo y fue una auténtica suerte, pero esto no acaba aquí, pues resultó que en el avión que cogeríamos el día 5 rumbo a Delhi, también vendrían con nosotros, aunque ellas sería para hacer una simple escala y nosotros pasaríamos unos cuantos días por India hasta volver, por lo que días después nos las volveríamos a encontrar en el aeropuerto, este tipo de cosas te hacen ver que el mundo es un pañuelo 😉

Encuentro de viajeros en Swayambhunath

Nos despedimos de ellas y nos fuimos camino de Thamel, era la hora de comer y cerca del hotel encontramos un restaurante con comida nepalí y platos internacionales que fue todo un acierto, tenía wifi gratis y encima una zona donde se podía comer sentado en mesitas típicas japonesas, la verdad que estuvo super curioso, por 250 rupias lo que al cambio serían 2,25 euros comimos, fue bastante curioso porque la carta no tenía los precios y al traernos la cuenta nos miraban con cara rara como si nos fueramos a alarmar por el coste, pero desde luego firmaría yo comer todos los días fuera de casa por poco más de 1 euro por cabeza, no recordamos el nombre porque el letrero estaba en nepalés, pero saliendo a mano derecha de nuestro hotel nada más llegar a la calle principal se encontraba justo de frente.

De allí nos fuimos hacia el sur, a poco más de 5 minutos andando encontraríamos la tan conocida Plaza Durbar de Katmandú. Primero tenemos que pagar 300 rupias por pasear por la zona, esa entrada solo será válida para el día que tenga fechado, si vamos a pasar varios días por la ciudad y queremos cruzarla en más de una ocasión sin tener que pasar por caja otra vez, deberemos ir a la oficina de monumentos en el lado sur de la plaza y obtener un pase gratuito que nos permita acceder al interior hasta que expire nuestro visado (necesario pasaporte y una fotografía), el tramite se hace en pocos minutos.

Para todos serán conocidos los famosos sherpas, esos infatigables porteadores que pueden cargar hasta 3 veces su peso en equipaje y que siempre acompañan a los escaladores en las rutas, durante nuestra estancia en Katmandú nos quedamos realmente asombrados de ver en ocasiones a personas que transportaban mercancías por toda la ciudad de unos tamaños descomunales, por un lado la colocación inestable de los elementos daba la impresión de que en cualquier momento todo se iba a venir abajo, y por otro el apreciable peso que llevaban, me parece una de las grandes lacras de esa sociedad, es sin duda una auténtica vergüenza que los gobiernos permitan este tipo de explotaciones, junto con el sistema de castas en que se divide la sociedad, que aunque  su intocabilidad fue oficialmente abolida por la ley, en la práctica no ha sido eliminada debido a la lealtad de clases y a que los miembros de las clases altas siguen considerando a las clases bajas como impuros, para mi son los 2 grandes problemas sociales a solucionar en este país.

Animado ambiente en Plaza Durbar
Posando en la Plaza Durbar

Una vez entramos en la plaza comenzamos a conocer un poquito más Kasthamandap, para quien no lo sepa esta ciudad fue bautizada tomando prestado el apodo de una estructura de la plaza de Durbar  llamada con ese nombre, que significa «casa de la madera» en el centro mismo del municipio,  construida enteramente con madera sin ningún clavo de hierro o soporte de ningún tipo por el rey Laksmi Narsingh Malla en el año 159 d. C.

Esta plaza en donde hace años se coronaba y legitimaba a los reyes es el centro neurálgico del casco antiguo de la ciudad, aquí se encuentra el palacio desde donde se gobernaba, por ello se llama Durbar que traducido significa palacio. Es uno de los rincones más espectaculares, Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde 1979, casi toda la plaza data de los S. XVII y XVII.

Se encuentra dividida en 3 cuadrantes o plazas, aquí podéis ver un mapa :

(Pinchar para ver mejor)

En primer lugar la plaza principal donde se encuentra el pabellón de madera que como he comentado da nombre a la ciudad, está considerada como un centro comunitario, la gente se sienta en los escalones de los edificios, charla, ve a la vida pasar, se realizan transacciones comerciales de todo tipo, se pueden comprar alimentos cuya higiene hace dudar que sean realmente «comestibles», comprar objetos ornamentales o contratar a un guía para que te muestre cada rincón del lugar, así podremos conocer detalles sobre los templos que allí se encuentran como el pabellón artístico dedicado a la música llamado Kabindrapur, el templo dorado de Ashok Binayar dedicado a Maru Ganesh donde si dejamos una ofrenda tendremos asegurada la seguridad si pretendemos realizar una excursión, entre otros. Nosotros decidimos ver la plaza por nuestra cuenta, pues al comprar la entrada te dan un mapa con información de cada uno de los templos en perfecto español y eso, junto con la guía de Nepal de Lonely Planet ya era más que suficiente.

Nos sentamos un rato en el Maju Deval, un templo dedicado a Shiva con nueve escalones donde pudimos contemplar la frenética actividad del lugar, no paraba de pasar gente, coches y los vendedores ambulantes intentaban colocar a los viandantes sus mercancías. Después nos fuimos a visitar la parte sur que está compuesta por una segunda plaza contigua a la principal donde se encuentran otros templos más pequeños como el Trailokya Mohan Narayan dedicado a Visnú, allí la gente se encontraba encendiendo velas de mantequilla, rezando sus mantras y nos fuimos deleitarndo con las vistosas decoraciones de los templos con escenas eróticas muchas de ellas bastante explícitas, todo ello siempre con el elemento tántrico como tema principal, en el que se mezclan las culturas hindúes y budistas tibetanas tan arraigadas en Nepal.

Niños nepalíes en Plaza Durbar
Ofrendas en Plaza Durbar

En todo Nepal nos dimos cuenta que los niños por regla general tenían mucho interés por hacerse fotos con nosotros o simplemente para que se las hiciéramos a ellos, pero sin pedir nada a cambio, salvo si teníamos chucherias, a lo que siempre había un mayor por allí rondando que los regañaba y nos decía que no le diéramos, por todos es sabido que uno de los problemas de salud  infantiles más preocupantes en este país son las deficiencias dentales que presentan, por lo que no se debe contribuir a que este asunto vaya a peor por darles caramelos.

Por último visitamos la tercera plaza, esta vez al norte de la principal donde se encuentra el templo de Taleju, es uno de los más grandiosos, pero desgraciadamente no está abierto al público y nos tenemos que conformar con ver su fachada exterior, incluso los hindúes tienen prohibido entrar, salvo en la fiesta anual de Dasain. Un zócalo de 12 escalones sostiene la estructura que supera los 35 metros de altura, a su alrededor se encuentran 12 santuarios.

Uno de los lugares de culto que más nos gustaron fue, el dedicado a representar una de las cabezas del dios Brahma concretamente la quinta que tenía el nombre de Bhairava el dios transgresor, el mito lo definía como una divinidad transgresiva, e incluso criminal, y los muros de su templo retienen todo el simbolismo de su carga con la calavera de Brahma acompañado por su perro negro, el más impuro de los animales. Así que ya sabéis, no molestéis a Bhairava que parece que tiene malas pulgas 🙂

Lo último que visitamos fue los alrededores de Basantapur Durbar en la parte sur de la plaza principal, allí se encuentra el  Gaddi Baithak, un edificio neoclásico que desentona bastante con el resto, que fue construido como parte del palacio de Prithvi Birkram Shah (menudos nombres se gastaban…) su blanco inmaculado muy propio de un edificio de estilo europeo abre paso al Palacio de Basantapur, dominado por una torre de nueve pisos fue construido con tres torres de tres ciudades distintas del valle, Kirtipur, Bhaktapur y Lalitpur.  Frente a este palacio encontraremos un mercadillo con cosas bastante curiosas y si continuamos saliendo  de los dominios de Durbar Square llegaremos a New Road, una calle repleta de joyerías, tiendas de fotografía y varios centros comerciales con tendencias más occidentales.

Después de estar paseando durante horas por la zona, visitar la célebre Freak Street, considerado el último vestigio de lo que hace años fue una ciudad que promulgó a los cuatro vientos el movimiento hippie y comprobar que apenas quedan media docena de tiendas que conservan ese aire tan sesentero que hoy en día se puede ver un poco mejor en Thamel, nos fuimos camino del hotel  pues comenzaba a anochecer, descansamos un rato en el patio interior y aprovechamos para usar un rato los ordenadores con acceso a Internet que estaban disponibles totalmente gratis, no venía mal ponerse un poco al día, que ya se sabe en este tipo de viajes te introduces en una burbuja en la que de poco te enteras de lo que sucede lejos, solo existe lo que vas viendo en el día a día, bastante curioso era ver la cantidad de españoles que había, se nota que todos siguieron las recomendaciones de la Lonely Planet y que el establecimiento ha seguido manteniendo los cánones de calidad, no sería la primera vez que un alojamiento o restaurante se aburguesa por esa publicidad y pierde todos los puntos fuertes de los que se presumía cuando se publicaba la guía, con este tema siempre hay que ir con ojo y cotejar más opiniones, aunque como digo en este caso, Ganesh Himal sigue siendo una gran propuesta para dormir en Katmandú.

Anocheciendo en Durbar Square

Nuevamente repetimos comida en nuestro restaurante favorito, esta vez optamos por unas salchichas graciosamente cortadas como si fueran pulpitos y unos patatas fritas, evidentemente no faltaron las botellas de agua de rigor, todo por unas 300 rupias, comida barata y rica, justo lo que se busca.

De allí al hotel que al día siguiente queríamos madrugar pues tocaba explorar en profundidad el Valle de Katmandú, nos esperaban lugares sagrados que nos trasportarían al Nepal más místico y espiritual.

Autor

José Carlos DS: Economista y blogger de viajes en La Próxima Parada desde 2009. Ratón de ciudad, pero que le gusta la naturaleza por igual. Sus otras pasiones son el cine, los deportes y los videojuegos.

22 Comentarios

  1. Qué ciudad más increíble. Después de venir de la India fue como un soplo de aire fresco. Es igualmente caótica pero la gente es mucho más apacible y menos insistente.

  2. No me cabe duda de que regresaremos a Katmandú, nos quedamos con las ganas de hacer trekking y en esa ocasión seguro que se nos apunta algún amigo más XD

    No me canso de repetir que fue lo mejor que pudimos hacer, dividir las vacaciones entre India y Nepal.

    PD: saludos a las alicantinas!!! ;P

  3. Increíbles las casualidades de la vida con las alicantinas.
    A mi me pasó algo similar con una amiga francesa que conocí en Lisboa, y que poco después acabaría encontrándomela en Sevilla!

    Un saludo, completísimo relato de un día.

  4. Vaya repaso le habeis dado a Katmandú, y vaya colección de templos la que has mostrado aqui….
    Se me hace realmente curioso que haya que pagar por pasar por una plaza, y sobretodo, que si no estás atento y te sacas el free pass, tengas que pagar cada vez que pases….

    Vaya coincidencia el encontraros a vuestras amigas, la verdad que el mundo es un pañuelo!!
    Parece menos caótico que India, y visto lo visto, no has comentado ningún momento timo….¿Se portan mejor los nepalies con el turista que los indios??

    Saludos!

  5. Me ha encantado Katmandú, tiene pinta de ser muy chulo y los templos parecen espectaculares. Como bien dices los monos siempre se hacen amos de todo en esos países, jejejeje. Un abrazo. 😉

  6. Katmandú parece una ciudad mágica. Me ha encantado la estupa de Swayambhunat. Por cierto, ¿crees que en Nepal no son tan pesados con los turistas porque hay menos turismo? ¿O es por un tema cultural?

    Un saludo,

  7. Desde luego Pau, no deja de ser una gran ciudad ruidosa y alocada, pero sus gentes son mucho más amables y tranquilas.

    Pues si, Carmen, tocará volver a Nepal, que remedio, hay mucho por visitar aún de ese país 😀

    Bienvenido Davestraits, para que veamos lo pequeño que es el mundo y las casualidades que nos rodean jeje

    xipo, la verdad que lo de la plaza con ella en sí es una obra de arte repleta de templos, pues han decidido que toque pasar por caja para visitarla, al menos la verdad que la tienen bastante bien conservada. En cuanto a los nepalíes y su trato con los turistas, mucho mejor a mi modo que ver que los indios 😀

    Los monos Babyboom, son realmente los vigilantes del mundo, allí están hechos dueños y señores de casi todos los monumentos jaja

    Yo creo Isabel que es más un factor social, sus gentes son mucho más amables y tranquilas que en India, el turismo no llega a los extremos de India, pero es super abundante y aún así no están tan encima, en Katmandú quizás un poco en las zonas comerciales, pero como aquí si vas a un mercadillo, pero a nivel general se viaja más relajado.

    Saludos!!!!

  8. Me ha encantado tu entrada de Katmandú, este verano me quedé con ganas de ir y espero poder recorrer Nepal pronto. Vaya casualiadad encontraros con vuestras amigas, el mundo es un pañuelo, jejeje.

    Un saludo !!!

  9. Ya sabéis Miladytrip y Carfot, en cuanto podáis a visitar Nepal, nosotros no dudamos en que en un futuro volveremos, es un lugar con mucho que ver 😀

    Saludos!!!

  10. Por lo te leo y veo, creo que lo pasaría mejor en Nepal que en la india. Me gustan este tipo de ciudades místicas y «casi tranquilas»
    Abrazos

  11. ¡Cada vez me está gustando más Nepal! Entre tus relatos y los que lei de Blai tengo claro que éste un país que algún día (cuando vengan mejores tiempos) visitaré… ¡Ahora! no sé cómo me las veré para subir esas escalinatas y más si me veo asediada por monos roba-comida, jejeje
    Un saludo

  12. Me encantaría darme una vuelta por la India milenaria.
    Ver sus estupas, estatuas, figuras y dibujos, su colorido, tan diferente de lo occidental.
    Saludos

  13. Qué post más completo!! Y lo que dió de sí el día eh. Qué curioso lo de encontrarse a las alicantinas, supongo que sería un momentazo ver caras conocidas tan lejos de casa. Me gustó mucho la ciudad!

  14. Bueno Helena, las escaleras como hacía casi todo el mundo, pasito a pasito y paradas cada cierto tiempo para descansar 😛

    Desde luego Gildo, Asia es tan diferente al mundo occidental, que te enamora desde el primer momento, aunque hay cosas menos buenas con las que haya que luchar.

    Artabria me alegra que te parezca completo, esa es la intención, que luego para la gente que quiera ir pueda coger buenas notas 😀

    Mañana nueva entrada de nuestro paso por Katmandú, esta semana ya os anuncio que habrá partida doble de entradas.

    Saludos!!!

  15. Qué chulo Katmandú!! Y si además no agobian tanto al turista, mejor que mejor!!! Lo de los niños queriéndose hacer fotos sin pedir nada a cambio también lo vivimos en Camboya! Nosotros en alguna ocasión si que les dimos caramelos, pero es que era tan bonito ver lo felices que se ponían por un simple caramelo! Pero claro, ahora que lo dices, por el tema dental, quizá no fuera buena idea… 🙁
    Saludos

  16. Impresionante Katmandú y su plaza principal.
    Está tan viva que, por un lado piensas que debería estar más protegida como Patrimonio de la Humanidad que es, pero por otro es genial que la gente la viva tanto.
    Las tiendas de Thamel son un muestrario de ropa y material de trekking y escalada a un precio que da que pensar… que es una imitación 😉

  17. Me ha encantado Katmandú: los templos, las calles, las banderitas xD, todo es muy auténtico.

    Lo que me ha parecido una pasada es que cobren por pasear por una zona llena de gente, hasta en Nepal intentan sacar tajada de cualquier cosa.

  18. Pues si M.C. en muchos momentos los niños te ponen en un compromiso con sus caritas, pero hay que evitar darles caramelos para que no terminen con ellos picados.

    Veo que te gustó tanto como a nosotros Katmandú, JAAC, la verdad que es una ciudad con mucho encanto y muy viva 😀

    Realmente Jose, es una forma de mantener el lugar, que es un museo al aire libre, por lo que no veo mal que se tenga que pagar,aunque es un engorro tener que gestionar la entrada para pasar siempre que quieras, si vas a estar allí varios días.

    Saludos!!!

  19. Jo, cuando he visto la escalera del templo de Swayambhunat me han invadido mil recuerdos… Unas fotos preciosas José Carlos, ¡me han encantado!

    Creo que paro por hoy, porque todavía me quedan mis cuatro o cinco entradas y quiero saborearlas como merecen 😀

    ¡Un abrazote!!

  20. Ya lo creo Ku, el templo de Swayambhunat es un lugar increíble, realmente las fotos se hacen solas allí 😀

    Un buen tirón has pegado para ponerte al día, se agradece, que seguro que tienes muchas cosas pendientes a parte de leer mi blog jeje

    Un abrazo!!!! 😉

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