Ha pasado más de 1 mes desde la última entrada, muchos habréis pensado que me había olvidado del blog o que en alguna aventura había desaparecido, pero ni mucho menos, han sido semanas en las que las obligaciones personales me han impedido continuar con el reportaje de la Costa del Sol, no obstante muchos habrán comprobado que me pasaba por la web a diario para ayudar en las consultas de todos los que se pasaban a preguntarme dudillas, pero ya ha llegado el momento de retomar el tema y el siguiente pueblo a analizar será Guaro.
«Municipio en el que como si tuviéramos una máquina del tiempo nos desplazamos 500 años atrás y nos imaginamos como sería la vida en esta zona por aquel entonces, sin luz eléctrica, únicamente iluminados por miles de velas, nos sentiremos en un lugar mágico que despertará nuestros sentidos».
Este pueblo se encuentra situado en los caminos que unen la Costa del Sol con la Serranía de Ronda. Siendo la puerta de entrada al parque natural de Sierra de las Nieves. Esta localización le permite ser una visita interesante si estamos en la costa y será una forma de alejarse de las grandes urbes , cuenta con poco mas de 2.200 habitantes y se caracteriza por ser el típico pueblo andaluz con casas blancas, adornadas con flores.
Siempre que comento las fechas claves para visitar cada lugar, remarco unas temporadas en las que sacar el mayor provecho a la visita, en esta ocasión sin duda alguna os tengo que resaltar el mes de Septiembre y concretamente los 2 fines de semana en los que se desarrolla el Festival de la Luna Mora.
Este pasado fin de semana tuve la oportunidad de conocer por primera vez este pueblo con motivo de la citada festividad y aquí os mostraré a la vez tanto lo que ofrece este evento, como lo que tiene para mostrarnos el pueblo en cualquier fecha del año.
Lo primero a tener en cuenta es como llegar allí, afincado entre Coín y Tolox, sus accesos son todos por carretera de montaña, con bastantes curvas, desde Marbella tardaremos unos 25 minutos por la A-355 y desde Málaga unos 45 minutos por la Autovía A-357 y posteriormente cruzando Coín para coger la A- 366, por lo que es una visita lo suficientemente cómoda como para pasar una tarde/noche.
En caso de no tener vehículo propio tanto en la estación de autobuses de Málaga como de Marbella existen líneas que cubren esta distancia y que nos dejarán en la misma entrada del pueblo.
Una vez estamos allí, lo mejor es aparcar antes de entrar al núcleo poblacional, en las calles cercanas a la carretera que cruza la villa, ya que es mejor hacer la visita a pie, porque aunque la primera parte es bastante llana, según avanzamos las calles reviradas y pechosas se hacen cada vez más numerosas.
Sin embargo, durante este festival de la Luna Mora en la entrada existe un enorme parking que por el precio de 1€ podemos estacionar y posteriormente en un bus gratuito llegaremos al pueblo, todo muy cómodo, cada 5 minutos sale un bus y a la vuelta una vez hayamos visto todo, tendremos la misma facilidad para volver a nuestro coche, desde luego algo que se agradece.
El recorrido es bastante sencillo, casi se podría hacer una visita en redondo y no perderse ninguno de sus rincones más típicos, durante esta fiesta tenemos la facilidad de que podemos hacernos con un mapa de la zona y también con un planning de todos los espectáculos que se realicen durante estos días.
A lo largo de la Avenida de Andalucía comenzaremos a caminar y podremos disfrutar de un zoco morisco, en él participan artesanos de los grupos gremiales más representativos del país.
Las calles durante estas fiestas se encuentran abarrotadas de gente, curiosa por ver lo que ofrecen todos los puestos a ambos lados de la calle, a partir de las 17:00 horas y hasta altas horas de la madrugada, todas las vías se encuentran engalanadas con banderas y elementos árabes, siendo una forma de conocer la herencia cultural de Al-Andalus.
Si tornamos un poco hacia el origen de este pueblo, sabremos que su primer asentamiento data de la época árabe y estuvo en el lugar conocido como Guaro el Viejo, a los pies de una torre que formó parte de la cadena de torres y castillos del valle del Guadalhorce.
El municipio fue conquistado por los Reyes Católicos en 1485, está documentado que su alguacil morisco era, en 1491, Hamed Hazá, cuando acudió a la llamada del cadí de Málaga, Alí Dordux.
Entre todos los puestos con productos artesanales, destacan los significativos productos alimenticios de la zona derivados de la almendra, como las tortas de almendras, roscos de almendras, turrones y garrapiñadas.
Un poco más adelante encontraremos el Museo del Aceite, una antigua almazara que ha sido restaurada para reflejar la tradición de este municipio con su relación con las aceitunas y con su aceite, ofreciendo una perspectiva histórica del oro líquido que en esta tierra se ha extraído durante siglos.
Si continuamos nuestro caminar llegaremos a la Plaza de la Constitución, donde se encuentran gran cantidad de cafeterías para tomar algo y seguiremos viendo multitud de puestos.
Incluso los vendedores están vestido con trajes de la época.
Seguramente por las fotos os habrá llamado la atención la gran cantidad de velas que adornan las calles, pues ese es el aliciente principal de estas madrugadas, en las que más de 20.000 velas están repartidas por sus calles para dar un ambiente de lo más mágico a la noche de Guaro.
Es a partir de pasar la citada plaza cuando las calles muestran más ese marco incomparable, en la calle de la Iglesia podemos encontrar los signos del zodiaco.
Una vez echas las fotos de rigor con nuestros respectivos signos, llegaremos a la Iglesia de San Miguel.
Fue construida en 1505 y reformada en 1605 por Pedro Díaz de Palacios. Presenta planta de cruz latina sin naves laterales. La fachada de los pies presenta arco de medio punto entre pilastras toscanas y encima balcón con vano rectangular rematado en cornisa y hornacina con la imagen de San Miguel; a la derecha torre cuadrada de dos cuerpos abriendo arcos de medio punto en el segundo que es el de campanas.
En su interior existe una imagen de San Sebastian, patrón de Guaro.
Desde aquí hay una buena vista del pueblo y varios puntos interesantes donde las velas representan bonitas estampas.
Realmente impresiona lo que se puede conseguir con unas cuentas velas colocadas de forma estratégica, ni que decir tiene que en noches como estas no se puede olvidar la cámara y si se tiene ganas el trípode, porque los momentos para plasmas son numerosos.
Es complicado caminar por calles en las que no pase gente, pero cuando se consigue, el ambiente se hace aún más especial y en noches con luna llena, parece que nos trasportamos a un lugar lejano y místico.
Entre todas estas calles con figuras se puede ver un menorá, el famoso candelabro de siete brazos, figura del judaísmo y asimismo uno de sus símbolos más antiguos; representaría los arbustos en llamas que vio Moisés en el Monte Sinaí.
O un elemento tan español como la guitarra española.
Según vamos caminando nos encontraremos pasacalles, acróbatas, danzas y representaciones, todo por ahondar aún más en las raíces del municipio.
Desde esta parte comenzaremos a notar que la pendiente cada vez es más elevada y es que estamos ascendiendo por la loma de El Castillejo, donde podremos disfrutar de las mejores vistas del pueblo y más aún en una noche así.
En lo alto podemos ver el auditorio, siendo el más grande en localidades al aire libre de la provincia de Málaga, con 1.600 espectadores, sólo superada en Málaga por el recinto descubierto situado en Cortijo de Torres El éxito del Festival de la Luna Mora impulsa la puesta en marcha del espacio, donde se realizan numerosas actuaciones durante las veladas y así como durante todo el año.
Siento no disponer de una imagen del mismo, pero únicamente pudimos ver por una pequeña puerta parte de su interior, pero la verdad que para ser un municipio de pocos habitantes, tiene un recinto para celebrar conciertos que envidiarían muchas ciudades de bastantes más población.
Cuando se va aproximando la hora de cenar es momento de descender, volver a perderse por esas sinuosas calles y buscar un lugar para comer.
También hay hueco para técnicas más modernas, como un graffitero que nos mostrará sus técnicas plasmadas en el lienzo.
Incluso las fuentes del pueblo se muestran con un color especial, para no desentonar con el panorama.
Una vez llegamos al punto de inicio del recorrido tomaremos la calle de los mesones (Avd. Pablo Ruíz Picasso), donde tendremos a nuestra disposición gran cantidad de puestos para comer, para todos los gustos y bolsillos.
Sin faltar los platos típicos de la zona como la sopa de almendras, la sopa hervida, el chivo de la sierra al tomillo o el guiso de aves de caza.
Con el estómago lleno es momento de continuar la visita, la noche no ha terminado y ni los más pequeños se quieren ir a la cama.
Podremos pasarnos por la plaza de los cuentos, un homenaje a los personajes anónimos que narraban sus vivencias o a la jaima para ver danzas orientales en el interior entre bailes y timbales. En la plaza de los cuentos al anochecer podremos disfrutar de historia algo más subiditas de todo, no aptas para los menores de la casa.
Así se puede resumir la visita de todo lo que ofrece Guaro, en una noche mágica y fascinante.
Espero que os haya gustado este repaso a este bello rincón de la provincia de Málaga, realmente recomiendo vivir la experiencia del festival de la Luna Mora y por último, me gustaría si alguien conoce algún evento de similares características ya sea en España o fuera de ella, que lo citara.
Enlaces de interés para visitar Estepona (Organiza tu viaje):
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- Índice: Guía práctica Costa del Sol.
- Opciones de alojamiento: Hoteles en Guaro, Marbella o Málaga capital.
- Guías de viaje: Andalucia [Amazon].
- Web Oficial Turismo: Turismo Guaro.[/message]
8 Comentarios
La verdad que es muy bonito todo aunque en las calles de los puestos de artesanía y de comida te sientes un poco incomodo al estar abarrotado de gente.
Buen reportaje 🙂
Preciosa entrada y bonito pueblo. Yo he estado en él pero no he tenido la suerte de ver la Luna Mora. Habrá que ir algún día…
Un saludo
Con las casitas blancas y las piedras empedradas, este pueblo no tiene mucho que envidiar a alguno de las Islas Griegas… además, la mezcla de colores y sabores que muestras incita mucho a conocerlo en esas fechas. ¡Enhorabuena porque además está muy bien escrito!
Como te lo curras macho xD. Destacar la belleza de la chica que nos atendió en el restaurante y el escaso tamaño de la hamburguesa que nos sirvió en comparación con el pan, decepcionante.
Espero que el año que viene me sepa compensar ese incoveniente «en carne», pero no hamburguesa claro está 😉
Que guapo, pensaba que lo de la noche de las velas de Pedraza era único, un gusto descubrir cosas así.
La verdad que es toda una experiencia y se hace cada año, en cada nueva edición va teniendo más fama y lo montan aún mejor. Como dato a destacar se come de maravilla durante esas noches 😀
Pues sí se parece a la noche de las velas de Pedraza!! Tiene muy buena pinta y seguro que en vivo tiene todavía más encanto, así que me apunto la experiencia de la Luna Mora para cuando vaya por Málaga en esas fechas ya que me encantó la experiencia y no me importaría repetirla en otro lugar.
Un abrazo!
Seguro que te gusta, yo a ver cuando me puedo pasar por Pedraza y si es en fechas de ese festival, mejor que mejor. Ya me dirás que te parece el de Guaro, a mi me encantó y además se come genial.
Un abrazo!!!